Aprovechando que en menos y nada nos damos de bruces en Madrid con el World Pride, el proyecto Walk This Way que promueve la distribución de películas en VOD para plataformas como iTunes, Google Play, Filmin, etc.. en la Unión Europea, nos presenta en estos días dos nuevos largometrajes nunca estrenados en salas comerciales con temática y personajes LGTB. Dos historias que solo tienen en común el trato del amor, aunque la manera es bastante diferente: Algo debe romperse y Encuentros a medianoche.
Algo debe romperse, nos presenta a dos jóvenes suecos, Sebastian/Ellie y Andreas que no saben lo que quieren pero si a quien quieren y aman. En un momento de sus vidas se han encontrado para bien o para mal y han decidido compartir momentos y experiencias que jamás esperaban disfrutar. Andreas nunca se ha sentido atraído por alguien de su mismo sexo y todo es nuevo para él pero se deja llevar hasta que no puede más, hasta que agobiado por las presiones rompe con Sebastian, un alma libre que desea ser Ellie, toda una mujer que cree haber encontrado a su medio limón, aquel que va a amargarle y a cuestionar todo en lo que él/ella cree. Esta historia del director sueco Ester Martin Bergsmark, trata de mostrar y demostrar que la belleza se encuentra en cualquier parte y que si miramos bien y de la manera adecuada, gracias a la cámara de Ester, podemos distinguir lo que antes estaba velado para nosotros. Sin duda su formación en el documental ayuda a dirigir de esta manera tan personal, sacando lo más hermoso que tenemos en el interior y que solo unos pocos privilegiados ven en el exterior. Algo debe romperse posee una cuidada fotografía que retrata los rincones más escondidos de la gran ciudad, con vistas ocultas y públicas o aquellos que se esconden bajo nuestra piel.
Encuentros a media noche es otra cosa muy diferente. La película debut de Yann González es un sueño, un bello experimento difícil de entender y complicado de analizar. Todos los personajes que se reúnen en la casa del trío protagonista, una pareja no tan joven y una criada transexual, han acudido allí con un fin. Desean encontrar el amor o el cariño a través del sexo olvidándose de traumas y experiencias dolorosas que los afligen. Comparten espacio, tiempo y otras dimensiones a través de sus cinco sentidos. Escuchan música de una gramola futurista que solo toca música del grupo M83, disfrutan de las luces psicodélicas de la casa y de las sombras de un pasado terrible, se emocionan y experimentan placer sublime con actos compartidos entre dos o más personas, saborean y devoran otros cuerpos que no son los suyos y atraen la atención hacía su persona con olores y perfumes que cuentan parte de sus historias. La conexión esa noche entre esos animales nocturnos no se detiene aunque la policía intervenga. Su sed y hambre es insaciable y debe ser correspondida y atendida por el grupo antes de que amanezca, antes de que el sueño se desvanezca. Pasiones sin género y sin edad que con la luz de la mañana se ven de otra manera, acaso más fieles y duraderas.