Es difícil acercarse a Veronica Mars y prestar atención sólo a la película, merced al apriorismo que la acompaña.
Podemos hablar de ella como una crítica más a la falta de originalidad dentro de la corriente actual de remakes, reboots y relanzamientos. O usarla para ensalzar las bondades del micromecenazgo más allá de lo que se hizo con El cosmonauta. Incluso ahora que nos enteramos de que Paco León no repetirá con Carmina y amén la estrategia de Carmina o revienta, podemos ponerla de excusa para pontificar sobre los nuevos modelos de distribución por su estreno simultáneo internacional, en salas y en plataformas digitales.
Muchos son los motivos por los que es difícil ponerse a ver esta película sin llegar fuertemente predispuestos, en un sentido o en otro (algunos a favor, otros íbamos en contra). Sin embargo, en contra de lo que ejemplos como Expediente X o La tribu de los Brady nos tienen acostumbrados, Veronica Mars funciona.
Funciona porque sabe hacer rápido resumen, conciso y completo, de sus tres temporadas para acoger a los nuevos espectadores aunque esté dirigida (y nunca lo oculta) a los telespectadores que dejó en suspenso hace siete años. Porque ellos la financiaron en Kickstarter y ellos entenderán las múltiples menciones a los tiempos pasados, como por ejemplo, la referencia al FBI en el intento por conseguir convencer a la cadena para grabar la cuarta temporada.
Pero sobre todo funciona porque mantiene el mismo lenguaje con las mismas caras de hace años, cumpliendo con la ilusión de encontrarnos frente a un episodio más, aunque de inusitada longitud. Nos volvemos a encontrar con los mismos personajes comportándose como esperamos de ellos, sin requerirnos gran esfuerzo recordar dónde nos habíamos quedado. Y nos volvemos a encontrar ante un arco argumental típico de tres episodios en los que todos saben más de lo que cuentan, la madeja se aprieta más conforme más se tira del hilo, y Veronica pone su vida en peligro por no querer dejar de hacer preguntas. Rob Thomas (director, guionista y promotor de la campaña de financiación) sabe darnos más de aquello que supo hacer bien en su día.
Así que en el fondo es un alivio comprobar que a pesar de ser un proyecto promovido por la nostalgia de un puñado de gente en internet (¿hace falta recordar Serpientes en el avión?), Veronica Mars resulta ser suficientemente entretenida. Buen ejemplo de ese aforismo recientemente acuñado de que hoy en día la televisión es el nuevo cine, el cine son las nuevas series.
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