El olivo

El olivo, ¿dónde estará mi árbol?

A finales de los años sesenta Manolo Escobar popularizó una cancioncilla con un estribillo tan pegadizo que muchos años más tarde todavía se recuerda entre aquellos que sienten nostalgia de esa maravillosos época. La ubicación de un carro era lo que andaba buscando éste cantante y artista tan España cañí. Icíar Bollaín sustituye en El olivo este objeto por un árbol que se convierte en un santo grial que debe ser descubierto. Aquí no hay porompomperos que valgan pero si unos españoles capaces de recorrer miles de kilómetros para encontrarlo. Los tres protagonistas de esta loca road movie viajarán desde Castellón hasta la lejana Düsseldorf en Alemania a bordo de un camión prestado para la ocasión.

El olivo

Alma es una joven divertida, marchosa y bromista que trabaja en una granja de pollos. Adora a su abuelo por el que tiene auténtica devoción y por él que sería capaz de hacer cualquier cosa como por ejemplo embaucar a su tío Alcachofa y a un amigo en un viaje que no tiene desperdicio. Los tres deben traerse hasta España un olivo que perteneció años atrás a la familia y que fue mal vendido para desgracia del patriarca que no ha levantado cabeza desde ese momento, enfermo terminal de alzhéimer en la actualidad. Todas las aventuras que les suceden hasta llegar allí, como por ejemplo un robo improvisado de la Estatua de la Libertad obedecen a una buena obra aunque estén basados en una mentirijilla.

El olivo habla del amor, de una nieta por su abuelo, de un tío por su sobrina y de un joven enamorado en secreto. Los flashbacks que sufre Alma recuerdan la relación de la chica con su abuelo en donde se le enseñaban valores tan importantes como la fidelidad, el compromiso, la perseverancia y la justicia y de estos con un árbol milenario que era el orgullo de la familia y en cierta manera otro miembro más de ella. Un legado que por desgracia ya no pasaría a manos de sus descendientes.

El olivo

El drama y la comedia se rotan cada cierto tiempo durante la hora y cuarenta minutos que dura este viaje que sin duda engrandecerá el nombre de su directora. Icíar Bollaín junto a su guionista Paul Laverty compone un relato muy original y novedoso que cala hondo y nos deja huella como el olivo en el recuerdo del abuelo. Con una fuertes raíces se agarra a nosotros y no nos suelta hasta que vemos los títulos de crédito. Una mirada hacía el medio ambiente con optimismo representada en la lucha y el activismo ecologista  en confrontación con las grandes empresas responsables de auténticos desastres en la naturaleza. Es ilógico que tengan un árbol como logotipo y después en la sombra estén deforestando zonas inmensas del planeta. En cierta manera se está condenando el expolio que hace ciertos años se hizo en nuestro país de estos característicos árboles orgullo de nuestro país.

Se vuelve la mirada y se defienden algunos trabajos de medios rurales como la ganadería o la agricultura nada que ver con los que estamos acostumbrados a ver en las ciudades.  En algunos pueblos la tierra tira con fuerza con lugares de reunión, donde todos se conocen. Estos se comparan con aquellas urbes donde la mayoría de la población a veces muestra síntomas de deshumanización. Esta vez no es un anillo. Este olivo único los gobernará a todos, los encontrará y los atraerá pero sin atarlos en las tinieblas.

El olivo

El olivo promete ser la sensación de la temporada y uno de los nominados sin duda para los Goya. Habrá que esperar para ver si aciertan las apuestas.

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