Muchos hombres y mujeres pasan por una crisis en la mediana edad. María (y los demás), de la directora Nely Reguera, ahonda en la que padece María a los treinta y tantos, una responsable trabajadora de una librería que parece tener una cómoda y ordenada existencia viviendo con su padre viudo. Todo esto va a cambiar. Una enfermera del hospital donde lo tratan se convertirá pronto en su madrastra mudándose con ellos a la casa familiar. Esta próxima boda trastoca su cómoda y plácida vida haciendo que se replantee su futuro. Su novio es solo un ligue pasajero que no la ve como nueva madre de sus hijos, en su trabajo no tiene aspiraciones y parece estar bloqueada y frustrada por no haber acabado de escribir y publicar su primera novela y además ve como todas sus amistades encarrilan sus vidas con bodas, hijos, nuevos proyectos, etc…
Bárbara Lennie no para de trabajar estos últimos años. Además de Las furias, la veremos próximamente en Contratiempo de Oriol Paulo y más tarde en tres nuevos títulos del 2017. En María (y los demás) está espléndida interpretando a una mujer moderna que sabe lo que quiere y lo que vale pero que no consigue que los demás lo vean y lo descubran. Se ha desvivido por ayudar y atender a los demás, entre ellos su padre descuidando sus propios deseos. Ahora el egoísmo de muchos de los que están a su lado le da una sorpresiva bofetada sacándola de su mundo de ilusionado confort. Tendrá que sacar las uñas y defender como leona aquello que tanto le costó conseguir, incluida una extraña que hace bueno el refrán “de fuera vendrá quien de tu casa te echará”.
Este drama con algunos toques de humor, casi siempre protagonizados por María, en realidad está confirmando un problema que muchos no se atreven a admitir. La soledad que padecen algunas personas cuando todos los que les rodean, familia y amigos, siguen su propio camino dejándolos apartados y olvidándose de ellos. Esto María (y los demás) lo refleja a las mil maravillas, consiguiendo que muchos se sientan identificados con el personaje principal. La madurez se demostrará no aceptando las obligaciones sociales, ni conformándose con aquello que parece la opción más sencilla y políticamente correcta. El conflicto interno se superará finalmente tras numerosas charlas, diálogos y reuniones con preguntas que ya son típicas en cualquier celebración familiar. A María ya no le importa tener o no tener novio, no tiene miedo a progresar en su trabajo, solo quiere ver feliz a su padre. Su mundo ha cambiado y ella lo ha hecho posible.
Galicia se convierte con su frío paisaje y sus marinas, atención a la interesante y cómica escena en la que la enfermera que no sabe nadar estúpidamente se mete en el mar siendo salvada por María, precisamente aquella que deseaba verla muy lejos de allí, en el marco perfecto de esta triste historia que podría ser la de cualquiera. Todos podemos tener a inmaduros hermanos que cantan horriblemente mal, a cotillas cuñadas con el don de la inoportunidad o a otras extranjeras que viven en la inopia y que no conocen en realidad a aquel con el que duermen cada noche.
La vida no es color de rosas y aunque soñar no cuesta dinero, no conviene actuar como otra Antoñita, la fantástica. Esta es la dura lección que aprende María. Un nombre que no olvidaron en el pasado Festival de San Sebastián y en el de Busan, en Corea del Sur. Como Julieta peleará por un Goya en la edición que se celebrará en el 2017.