La carrera de Gianni Zanasi (Vignola, Emilia-Romagna, 1965) con media docena de largometrajes en más de viente años —de los cuales sólo uno se ha estrenado en nuestro país, Mejor no pensar (2007)— no parece muy brillante. La mayoría son comedias y en ese género, con bastante sesgo de fábula, se sitúa La gracia de Lucía, una película que me ha resultado básicamente aburrida, pues avanza a trompicones y el director y guionista nunca encuentra el tono que requiere una historia que, además, no parece muy definida, ni queda claro lo que se quiere contar.
La protagonista absoluta, Lucía, es una topógrafa que acaba de dejar al hombre con quien convive; busca trabajo, a veces son métodos tan expeditivos como ver las irregularidades en una obra a la que es completamente ajena y ponerse a dar órdenes a los albañiles. Vive con su hija adolescente, que practica esgrima y parece una chica bastante independiente. Lucía recibe el encargo de levantar el plano de una finca donde un promotor inmobiliario va a construir un centro comercial llamado Ondas, porque el tejado, muy Frank Gehry, simula una curva evocadora del movimiento del agua. Pero a Lucía se le aparece la Virgen que le pide que en ese terreno se construya una iglesia.
La topógrafa se rebela contra esa aparición y llega a tirarse de los pelos con la propia Virgen; va al psiquiatra y, aunque todos piensan en una alucinación o algún tipo de disfunción psíquica, ella insiste en sus visiones y en las órdenes tajantes de la Virgen. A partir de ahí se inicia una lucha entre Lucía, con su exnovio como aliado, y el promotor inmobiliario y el propio arquitecto, con un talante más de comedia fantástica y hasta de melodrama que de sainete desorejado, que es lo que realmente deriva de los sucesos argumentales.
La gracia de esta pretendida comedia con tintes de fábula está muy lejos de la sensibilidad del abajofirmante; claramente el guion necesita más orden y claridad expositiva, pues peca de incoherencias e inverosimilitudes: desde un atasco en el alcantarillado que produce un río tremendo al duelo de esgrima con los floretes afilados entre. La moraleja de una mujer incomprendida a quien se aparece la Virgen… pues muy milagrera pero sin una función clara; es decir, que la intervención de lo divino o maravilloso no tiene unas consecuencias evidentes ni en la historia ni en los personajes, fuera del final postizo. El mensaje de crítica a la voracidad comercial y la especulación inmobiliaria resulta muy recurrente. En fin, una película muy hipster en la que todo se justifica por puro postureo —aparte de que todos estemos de acuerdo en que la Virgen sea antisistema, claro, como madre soltera que era— y ocurrencias varias en la que no sólo el director no tiene nada que decir sino, lo que es mucho peor, tampoco nada para contar.