Parece que últimamente todo el mundo se apunta al carro de dirigir una película basada en el nazismo, ya sea en la época actual con Imperium, de Daniel Ragussis o el de la Segunda Guerra Mundial representado este mes con La casa de la esperanza. Esta vez no vamos de visita a un zoológico en Varsovia sino que vamos a conocer con mayor profundidad los sentimientos y la cabeza de uno de los personajes más importantes dentro del círculo cercano a Adolf Hitler, el azote de los judíos, el implacable y cruel Reinhard Heydrich. El director de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich comenzó en el ejército alemán ocupando un puesto de alférez en la marina para luego ser expulsado con deshonor. Así empezó su carrera, con un serio revés, así Cédric Jimenez comienza este film que hacía la mitad cambia a otra cosa. El hombre del corazón de hierro, al principio navega por aguas dramáticas para luego virar sin mirar atrás hacía el cine de espionaje y bélico. Dejamos a Heydrich y su meteórica escalada en el poder a un lado y nos concentramos en la Operación Antropoide que buscaba atentar contra su vida en Checoslovaquia, un país dominado por los alemanes que contaba con una fuerte resistencia controlada por tres mentes pensantes muy bien preparadas, los llamados Tres Reyes. Nos olvidamos de su hijo, de su esposa Lina, la persona que le introdujo en el partido y que le puso en contacto con Heinrich Himmler y de su purga interna en Alemania para acercarnos a otros dos protagonistas, los soldados Jozef Gabcik y Jan Kubis que se convertirán en héroes para los países aliados.
El ritmo lento de la primera parte salpicado con escenas de desnudos gratuitas ha desaparecido y en su lugar el suspense parece querer hablar a través de tiroteos en lugares cerrados o la maquinación de un atentado que varias veces estuvo a punto de ser abortado. Es en ese momento cuando el director de El hombre del corazón de hierro se siente más a gusto, con un correcto montaje que alocadamente nos lleva de un lado a otro abarcando y apretando a todos, explicando el sino de cada uno y las consecuencias de ese acto que tuvo su final en el interior de una iglesia profanada y ahogada no solo en agua sino también en sangre.
En El hombre del corazón de hierro las mujeres tienen el poder, unas Wonder Woman sin poderes que en la sombra son capaces de dominar a dioses rubios con ojos azules o a soldados alejados de su hogar que desean un futuro alejados del frente. Lina, una insuperable Rosamund Pike, puede con todo y no tiene pelos en la lengua para enfrentarse a su marido antes y después de que este se convierta en un monstruo sin corazón. Es el diablo que le habla en su oído, quien le instruye en la filosofía del nazismo más radical y quien le aconseja todas sus ideas, buenas o malas, aquellas que salvarán a su enfermo país. Cuando pierde ese poder y el encanto que provoca en Heydrich, saca las uñas dispuesta a defender lo suyo. Se siente abandonada y utilizada ahora por un hombre que ya no la necesita. Las dos enamoradas de la resistencia checoslovaca también son capaces de controlar los sentimientos y las acciones de los soldados que escondidos han llegado hasta su hogar. Son dos historias de amor excitantes en Praga que pudieron cambiar el curso de la historia pero que se quedaron en un casi. Mia Wasikowska lo intenta pero no llega, ese hervor que le falta no hace creíble a su personaje ¡una auténtica pena lo de esta chica! Este Top Secret serio se merecía algunos secundarios de más enjundia porque algunos se quedan en proyecto y otros casi ni aparecen como el mudito Himmler.
El anterior trabajo de Cédric Jimenez me gustó más, Conexión Marsella estaba más currada con un reparto que imponía mucho más y unas escenas de acción más duras, fuertes y conseguidas. Ni siquiera el último acto que sí impresiona con un desenlace a la altura de las expectativas consigue que olvidemos el mal sabor de boca que dejan algunas escenas pasadas como ciertas despedidas en la cama de un hospital o persecuciones en la calle y en interiores demasiado rápidas, demasiado evidentes y sin componente sorpresa. El hombre del corazón de hierro se despista demasiado con la parafernalia y la condecoración de la ganadora nación alemana en Europa y se pasa de puntillas por auténticos desastres de la guerra como el exterminio de todo un pueblo en la búsqueda de unos culpables o las barbaridades que se cometieron con torturados enemigos e inocentes niños que no sabían lo que hacían y eran unos mandados de la vida. Habrá que ver Operación Anthropoide de Sean Ellis, para saber más de los tejemanejes de la resistencia y de sus actores principales ya que en El hombre del corazón de hierro algunos son solo caras sin nombre, me apetece más de una hora de acción y espionaje y si quiero saber más de este hombre, ejemplo de ario perfecto me acercaré a la lectura de la novela del escritor Laurent Binet, HHhH, sobre la que se basa la película a ver si ahí me resuelven algunas dudas de su personalidad que aquí solo se bosquejan.