En la segunda crónica desde la Semana Internacional de Cine de Valladolid viajamos al Londres del Brexit con Pequeños milagros en Peckham Street, a la España de la postguerra con aroma de western en Intemperie y a la estepa de Mongolia con El huevo de dinosaurio.
Pequeños milagros en Peckham Street
Pequeños milagros en Peckham Street nos traslada al Londres de los grandes bloques de pisos habitados por una población mulltiétnica. Irina, una arquitecta de origen búlgaro, se gana la vida de camarera mientras vive con su hijo de 9 años y su hermano, reparador de antenas. La aparición de un gato y la inminente reparación del edificio provocará diversos roces con los vecinos donde la xenofobia, el racismo, los derechos de los trabajadores, las ayudas públicas y hasta el Brexit harán acto de presencia.
El debut en el largometraje de ficción de Mina Milena y Vesela Kazakova deja ver el gusto por una mirada a pie de calle, algo nada sorprendente ya que las directoras provienen del mundo del documental. Así, se van sucediendo escenas anecdóticas con un leve armazón narrativo, algo que hace que la película parezca ir avanzando sin un rumbo claro y terminando en una escena que ni siquiera es un final, sino un punto y aparte en un mundo que seguirá ahí. En poco ayuda, una labor de cámara excesivamente amateur, que ni siquiera convierte en virtud una evidente falta de medios. Un gato en la pared se queda así en un mero apunte de problemas de convivencia que podía haber dado mucho de sí con algo más de construcción y menos gusto por la dispersión y la anécdota supuestamente basada en hechos reales.
Intemperie
Intemperie de Benito Zambrano, su cuarta película en 20 años, sirvió para dar el pistoletazo de salida a la Seminci. El director sevillano adapta la exitosa novela de Jesús Carrasco con la intención de trasladar los códigos del western a la España de 1946. Para ello, sitúa a sus pocos personajes en una indeterminada zona desértica de Andalucía bajo un sol menos abrasador de lo esperado: un niño escapa de un cortijo y se encontrará con un pastor que le ayudará en su camino.
A pesar de que la historia remita constantemente a algunos de los tópicos del western, incluido el tiroteo final, Zambrano no consigue imprimir a la historia la gravedad que necesita. Las imágenes se suceden, narrando la historia con solvencia, pero sin que lo cinematográfico haga acto de presencia, con una puesta en escena demasiado televisiva y funcional. Luis Tosar, Vicente Romero y Luis Callejo dan presencia a un relato de buenos y malos que se ve con interés intermitente y se olvida al terminar.
El huevo del dinosaurio
El huevo del dinosaurio recala en la Seminci tras su participación en el pasado Festival de Berlín. Cinta procedente de Mongolia, obra de Wang Quan’an, director ampliamente galardonado en el certamen alemán, nos presenta un relato estepario con un crimen de fondo: ante la aparición de un cuerpo en mitad de la estepa, una joven pastora tendrá que acompañar a un inexperto policía durante una noche helada.
Al contrario de lo que ocurre en la película de Zambrano, El huevo del dinosaurio aprovecha el paisaje mongol con enorme belleza y calma, haciendo que el espectador viva en esos inhóspitos parajes que el ser humano se empeña en habitar. Quan’an despoja al relato de todo lo accesorio, convirtiendo el crimen en un mero McGuffin y ofreciendo una cinta sobre la soledad y la necesidad de calor (humano y del otro). Ciertos clichés del cine de autor también hacen presencia (con el nacimiento de un cordero como punto álgido) en una película que agradará a los que busquen un cine centrado en lo sensorial y lo reflexivo.
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