A ver, ¿qué podemos esperar de una película como El mensajero que tiene como eslogan “¿Hasta donde llegarías para salvar a tu hijo?” si está protagonizada por Dwayne Johnson The Rock. Pues el que tío hará todo lo que haga falta y más. Mira que es tonta la pregunta. Si además nos pone nada más empezar que la película está basada en un hecho real pues acaba ya, es decir, todo va a ser de una rutina bestial.
El niño de The Rock hace el canelo con un paquete de pastillitas de la risa y lo meten en la cárcel. Le dicen que chivate a alguien o le caen 20 años de cárcel (o 10, no me enteré). El niño que tiene la moralidad de una roca (¿pilláis el chiste?) no quiere delatar a nadie, lo meten en la cárcel y le dan palos hasta en el cielo de la boca por tonto. Así que The Rock habla con Susan Sarandon que es una fiscal del distrito con ganas de medrar políticamente (como todos) y le propone que se infiltre en el cártel de los traficantes para que le ayude a detener al super malo. Y, claro, ¿que hace él?: Llegar hasta donde haga falta para salvar a su hijo.
El mensajero es la demostración más palpable de que los caudales de cine mainstream están cada vez más secos a la hora de ofrecernos historias serias que no nos traten como meros peleles de conciencia adormilada. Por poner un ejemplo, si miramos una ficción como Breaking Bad donde un padre debe adaptar sus códigos morales para llevar adelante una serie de problemas el resultado es abismal. Aquí, el personaje de Dwayne Johnson es de una integridad ética y moral tan absurdamente correcta que llega a ser idiota. No hay dobleces, no hay dudas, no hay atisbos de decisiones discutibles.
Incluso el único personaje que podría dar un poco de juego a la hora de establecer una denuncia del sistema, que se supone que es la intención de la película, como es el de Susan Sarandon pasa de puntillas en su tejemaneje por usar al pobre diablo de padre desesperado. Al final, lo que podría haber sido un descenso a los infiernos por salvar a un hijo se queda en un bientencionado vehículo a mayor gloria de las limitadas dotes dramáticas de The Rock.