Cenicienta de Kay Cannon

Cenicienta, érase una vez una girlboss

El término girlboss es inescapable en Internet hoy en día (en TikTok especialmente), casi siempre con un tono tirando a irónico. En sus orígenes se refería a las mujeres, normalmente blancas, que gracias a su ambición y mentalidad consiguen el éxito, habitualmente en campos históricamente masculinos. Fue una imagen feminista y empoderante, pero en poco tiempo se desmoronó. Para empezar, el término en sí es misógino, pero sobre todo se ha criticado por no ser más que un representante del mismo patriarcado contra el que se posiciona y una figura capitalista, por no mencionar la falta de interseccionalidad. Una mujer en una posición de poder puede explotar tanto como un hombre, y una mujer que explota a quien tiene por debajo está lejos de ser un icono feminista y un ejemplo a seguir.  Incluso antes de estrenarse, la palabra girlboss y Cenicienta, la nueva producción de Amazon Studios, ya eran inseparables. La historia ya la conocemos, pero ahora nuestra protagonista (Camila Cabello) ha adquirido un nuevo rasgo de personalidad. Ya no solo es huérfana y maltratada por su madrastra (Idina Menzel), sino que sueña con ser diseñadora de moda y tener su propia tienda (técnica que, por cierto, emplea también In the Heights. ¿Es que la única forma de hacer que un personaje femenino sea más complejo es darle una pasión por la moda?). A lo largo de la película, expresa lo importante que es para ella conseguir su sueño, y para ello necesita vender sus vestidos y conocer gente rica que le cambie la vida. Su motivación para ir al baile es hacer contactos. Lo de enamorarse viene después, porque, ¡la prioridad de la mujer no es casarse! ¿Veis, chicas? ¡Sabemos lo que es el feminismo!

Cenicienta

Ya es práctica común aquello de adaptar los clásicos de Disney a versiones live-action en las que las princesas son supuestamente más modernas y activas en sus tramas, pero que realmente son blockbusters vacíos y con un liberalismo impostado, superficial, y a menudo ridículo. En este caso, la compañía Disney ni corta ni pincha (¿quizás por eso el personaje de James Corden hace una referencia a la masturbación?… Un tema para otro día), pero esa misma falsedad está aquí, ¡ahora con más propaganda capitalista!

Igual que los supuestos personajes LGTBI+ de Disney o Marvel, cuya “representación” se queda en un segundo de metraje o una frase que podría interpretarse de cualquier forma, el supuesto feminismo de Cenicienta es una mera estrategia de marketing y la represión a la que se enfrenta, un recurso narrativo. La película crea un ambiguo reino medieval que parece ser una utopía de la diversidad en la que el racismo no existe, pero existe machismo suficiente como para que las aspiraciones de Cenicienta no sean realistas a ojos de su madrastra, y para que nadie escuche las progresivas ideas de la princesa. Es decir, para que las mujeres de esta historia parezcan revolucionarias en comparación con su entorno. 

Me recuerda a la adaptación de Mujercitas de 1933, en la que Katharine Hepburn interpretó a Jo March. Jo trata de conseguir trabajo como secretaria o como empleada de una tienda, pero le responden con que esos no son trabajos para una mujer. En los años 30, era muy común que las mujeres fueran secretarias, por lo que incluso los públicos más conservadores de la época podían simpatizar con Jo sin tener que confrontar sus ideales. Cenicienta huele a ese mismo truco, pero traído al 2021, en el que todas las decisiones narrativas denotan un feminismo muy cómodo, muy convencional, y muy performativo.

Cenicienta

Incluso si pudiéramos ignorar todo esto, la película tampoco se sostiene en otros puntos.  Los diálogos son simples, vacíos y llenos de intentos de utilizar lenguaje moderno que darían repelús a cualquier joven, e intentos fallidos de humor, especialmente por parte del trío de ratones formado por James Corden (quien también produce, por cierto), James Acaster y Romesh Ranganathan. Pero la verdad es que ni los nombres tan icónicos que hay en el elenco (Idina Menzel, Pierce Brosnan, Minnie Driver, o Billy Porter como Fab G, una nueva fabulosa versión del hada madrina), ni Camila Cabello, que a pesar de no tener experiencia como actriz está relativamente cómoda, consiguen levantar esto. 

¿Y qué hay del aspecto musical? Este es un jukebox musical, dícese de los musicales cuya banda sonora está formada por la discografía de un artista o grupo concreto (Mamma Mia!, Across the Universe) o bien, por una selección de canciones de un género o época concreta (Rock of Ages, Moulin Rouge). En este caso, se trata de canciones pop de las últimas décadas con una producción/mezcla bastante imperfecta que ni siquiera dicen demasiado sobre los personajes ni la trama. Sobre todo, se nota una increíble falta de creatividad a la hora de elegir las canciones. Ah, ¿el príncipe se siente solo? Podría decirse que está buscando… Somebody to Love. Ah, ¿la pareja se está enamorando en el baile? Podría decirse que el momento es Perfect. Brillante. Un par de ellas son originales y fueron escritas en colaboración con sus intérpretes, Camila Cabello e Idina Menzel, respectivamente, y bueno… son tan genéricas como el resto. También hay tres ocasiones en las que un pregonero (Ben Bailey Smith) anuncia las noticias del reino mediante raps, y son los únicos momentos musicales de los que genuinamente disfruté. 

Sumando todo esto, el resultado es una película a la que le falta alma, originalidad y personalidad. Se trata de otra versión más de un conocido cuento de hadas que llega en un momento en el que ya hay una saturación de adaptaciones del mismo cuento. Véanse el clásico de Disney, el remake de 2015, reinterpretaciones como Una cenicienta moderna o Hechizada, el musical de Rogers & Hammerstein, el personaje de Into the Woods de Sondheim, o la versión de Andrew Lloyd Webber que se ha estrenado este mismo verano en el West End de Londres en la que Cenicienta es gótica y rebelde. Lo único que aporta esta adición a la lista es la romantización de un tipo específico de éxito. Como efecto de aquella ola de feminismo pop a principios de los 2010 que criticaba a las princesas Disney por ser malos ejemplos a seguir, esta película trata de resolver la pasividad (debatible) de Cenicienta en la historia original dándole aspiraciones empresariales. La pasión y la dedicación son valores positivos que inculcar, pero aquí la lección se convierte en una imagen de “mujer fuerte” vista bajo una lente capitalista y sin un ápice de complejidad. 

Cenicienta

Mirad, soy consciente de mi cinismo en esta crítica, y de la ironía de darle tantas vueltas a una película tan simplona y poco creativa, y la verdad es que no soy una persona muy cínica (soy fan de los musicales, por amor de Dios), pero es que incluso los niveles más básicos de cinismo son suficientes para ser incapaz de disfrutar de Cenicienta.

Cenicienta (Kay Cannon, 2021) ⭐️⭐️

Cinderella de Kay Cannon

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