Puede que la tarea más difícil que le puedan dar a un guionista es ponerle en las manos una franquicia de éxito y decirle “Y ahora queremos un reboot de esto”. Un reboot, ojo, no un remake o una secuela encubierta: volver a empezar toda la historia cambiando las cosas necesarias para que parezca fresca pero al mismo tiempo satisfaga a los fans. Buena suerte. Hay reboots estupendos (Cazafantasmas, le pese a quien le pese, o Las colinas tienen ojos), pero los que son malos ganan por la mano, desde Jóvenes y brujas (que era un poco remake, un poco reboot, un poco secuela, y todo mal) hasta La momia (que dio inicio y final al famoso Dark Universe). Ahora, un nuevo reboot asola las salas españolas.
Pero todo el mundo tranquilo, porque es posible que no lo percibas como tal: Wrong Turn se estrenó en 2003 como Km. 666 (y estaba protagonizado por Eliza Dushku, prueba irrefutable de que se estrenó en 2003). Sus cinco secuelas no volvieron nunca al título original: las dos siguientes se titularon Km. 666 II – Camino sangriento y Km. 666 III – Camino sangriento 3 (porque llegados a un punto, qué más da) y el resto de sus entregas directas a vídeo se titularon Camino sangriento seguidas del número de turno.
Wrong Turn no será distinguible como reboot para la mayoría de la gente por tres motivos: el primero, como hemos dicho, que el original se estrenó como Km. 666. El segundo, que nadie se acuerda de Km. 666. Y el tercero, que no tiene nada que ver con la saga original. Es casi como si al guionista original, Alan McElroy, no se le ocurriera nada nuevo y volviera a contar la historia de un grupo de chavales que se pierden en Virginia, solo que cambiando al grupo de caníbales paletos por una especie de secta bien organizada. Sí, tienen ingredientes parecidos, pero a la hora de la verdad la mezcla no se parece en absoluto.
No es algo necesariamente negativo: esta separación permite a Wrong Turn tomar distancia y saltar por sí misma. De hecho, tiene grandes hallazgos (el departamento de arte lo dio todo) y la segunda parte de la película es mucho más interesante que tu slasher habitual, haciendo que dudes continuamente de las lealtades y de las consecuencias de lo que está ocurriendo en pantalla. Y es que dentro de esta película hay dos: la primera, un mata-mata que hemos visto mil veces antes, y la segunda, una historia de huida y venganza que sí puede llegar a apasionar a aquel que tenga apego a los personajes. La película no lo pone fácil, pero se puede.
No parece que Mike P. Nelson, un director de tercera que ha hecho todo tipo de trabajos en el mundo del cine, vaya a pasar a primera plana después de esta película, pero es cierto que se le nota cierta artesanía y amor por lo que hace, consiguiendo con una factura visual mucho mejor de lo que nadie podría esperar del reboot de una saga semidesconocida. Como curiosidad, la actriz principal, Charlotte Vega, es española, y de hecho se estrenó en REC 3 e incluso apareció en 63 episodios de El secreto de Puente Viejo (lo que la convierte automáticamente en actriz de culto). Y podemos sacar pecho: es, junto a Rhyan Elizabeth Hanavan, que da cara y cuerpo al personaje más perturbador (e inocente) de Wrong Turn, lo mejor de la película.
Wrong Turn da un giro (je) interesante en su tercer acto, para el que se guarda sus mejores bazas. Hasta entonces es un camino plagado de algo de emoción, personajes más o menos planos que toman decisiones rarísimas, un poquito de sangre y la sensación continua de que se ha quedado en el término medio de todo, incluida la calidad.
Y, ya que no tenían nada que perder, se hubiera agradecido un sumergimiento total en esa ruptura total con el pasado de la saga que tan solo tantea. Efectivamente, como su propio nombre indica, y pese a sus logros, ir a verla al cine podría suponer un giro equivocado.