ADVERTENCIA: esta crítica está diseñada para leerse tras el visionado. Por tanto, contiene SPOILERS de Vengadores: Endgame.
Vengadores: Endgame comienza en mitad del campo, en casa del Halcón. Una merienda familiar, amena y tranquila, hasta que Thanos ocurre. Empezamos bien, un mazazo emocional para ponernos a tono y, de paso, volver a introducir a Clint al juego. La sala se caldea. De ahí, pasamos a Tony varado en el espacio con su monólogo al estilo Iron Man 3. Se supone que entramos en materia, hemos tenido dos escenas relativamente cortas pero intensas, y esta en particular es desesperada. ¿Cómo arreglamos el rescate de Tony? Nadie sabía que estaban ahí, bien podrían haberse volatilizado junto a los demás sin que nadie se coscase. Es una situación muy difícil de arreglar nada más comenzar la película, así que optamos por la solución fácil: un deus ex machina en forma de Capitana Marvel. Ya ahí tenemos un par de cuestiones de dudosa índole: Nebula siendo considerada con Stark, lo cual es un contraste severísimo en su personaje y el rescate fortuito. Acepto que apenas han pasado 15 minutos de la trama como para ponerse quisquilloso. Es normal, la cosa tiene que fluir (que son 3 horas las que nos quedan). No obstante, yo ya empiezo a asumir que los Russo, como ocurre con Capitana Marvel, llegados a este punto van a preferir ser pragmáticos antes que coherentes, y eso es algo que puede tolerarse hasta cierto punto.
Vengadores: Endgame no es una película, sino un evento, y como tal su permanencia en el tiempo tendrá una existencia relativamente corta. Seguimos apreciando hoy en día grandes clímax que acontecieron desde los 80 – Star Wars, El señor de los anillos, Harry Potter -, y sin embargo, ninguno ha llegado a la envergadura del Universo Cinematográfico de Marvel. Como una piedra caída al agua, las emociones se encuentran a flor de piel en el epicentro del fenómeno. El 25 de abril de 2019 millones de personas han gritado, aplaudido, llorado y reído en salas de todo el mundo ante las mismas escenas y los mismos personajes, pero eso es algo que no volverá a ocurrir. Con el tiempo, el climax irá mermando y la película se enfriará. Con distancia de por medio, aquellos que no pudieron asistir al estreno disfrutaran con menor intensidad al no tener que esperar la siguiente entrega. Las ondas de choque se irán apagando y perdiendo como lágrimas en la lluvia. El Universo Cinematográfico de Marvel es un estado efímero, un evento que comienza y acaba.
Es por eso que apoyarse en lo que el trailer revela y lo que la película cuenta es un aderezo caduco. Quien comience la saga en un futuro, no conocerá los datos que nos filtraron ni verán los engañosos anuncios. La experiencia será sesgada, así que apoyarse en material externo a la cinta es una estrategia a corto plazo. Esto lo digo, una vez más, por el pragmatismo del comienzo. En los trailers, ya sabíamos que iban a rescatar a Tony, sabíamos que iba a llegar Carol Danvers, sabíamos muchas cosas. ¿Por qué demorar lo inevitable?
No he comenzado siendo justo. Lo cierto es que en ese momento estaba aturdido. Todo ocurría demasiado rápido, como si se tratase de un aperitivo rápido antes del plato principal, y aunque hay espacio para que Tony Stark nos recuerde el estado de las tensiones, el ritmo no decae. No terminaba de asimilar que lo que había visto en el trailer era, símplemente, un trailer. Eso está bien, sobre todo porque la película lo aprovechó para engañarnos. ¿Creíais que la batalla contra Thanos por el Guantelete iba a ser el centro de la película? ¿Creíais que esto iba a ser tan sencillo? Thor responde con un golpe de hacha a todo lo que habíamos visto antes de entrar. Cinco años después, el público está tan jodido como los protagonistas. Chapó. De repente, estábamos en Los últimos Jedi. Sin darnos cuenta, la película había pasado de una épica intergaláctica a un drama sobre la pérdida y su aceptación, sobre cómo esforzarse no siempre basta. Me entristece pensar que esto se lo van a perder los que vengan después, pero aun así, chapó.
<<Estamos hablando de viajar en el tiempo. O todo es un chiste o nada lo es>>. Que Banner suelte esa perlita antes de que comience la verdadera trama, la de los viajes en el tiempo, es signo de lo poco que les va a importar la rigurosidad. Ya la vuelta de Scott Lang al mundo real (por la rata más inspirada de toda la historia) resultaba demasiado azarosa como para ser creíble, pero los viajes en el tiempo es otro cantar. Con una escena cómica, los Russo aclaran que esta no será una película al uso sobre viajes en el tiempo. Ya no importan las leyes de la causalidad. ¿Por qué siempre hay que atenerse a ellas? Pues es verdad, pero ¿qué me propones a cambio?
No hay reflexión absoluta sobre que ocurre con el pasado, el presente y el futuro; las nuevas reglas sólo benefician a un guion que no quiere saber de paradojas pero sí quiere resolver los intrincados frentes con los que finaliza Infinity War. Endgame es un evento en el que importa más el fanservice que la coherencia, y para eso están los viajes en el tiempo. Muchas son las series de ficción en las que al menos hay un capitulo de este tipo, casi siempre con un sentido de cierre nostalgico, como en Dark Souls 3. Volver a Nueva York, reunirnos con Loki, cantar con Starlord mientras busca el Orbe… No queremos prestarle atención a por qué Thanos & cia. retuercen más la paradoja al ir al futuro sin que afecte en absoluto; no nos importa entender cómo en Thor: El mundo oscuro no sabían cómo extraer el Eter pero Rocket sí; no necesitamos entender cómo, por arte de magia, el Capitán América se vuelve digno del Mjölnir. No hay tiempo para explicar con detalles; es cuestión de fe. Como en la oratoria, todo lo que no suma resta, y no nos engañemos, esto es un discurso que busca seducirnos a través de la emoción. Una emoción que, en mitad de la vorágine, se levanta feminista.
La oportunidad de Infinity War de poner en valor la habilidad y decisión de las heroínas entró en el momento justo para tener relevancia y, sobre todo, entró sin llamarla atención sobre sí misma. Endgame, en ese aspecto, lanzó bengalas sobre el «assemble» femenino hasta tal punto que cualquiera podía ver las costuras en ese lienzo realizado por varones. La obviedad de Marvel en cuanto a asuntos feministas ha dado como fruto a un personaje como Carol Danvers, excesivamente poderosa como para que su papel en Endgame sea decisivo. Carol ha actuado de diosa entre mortales, ateniéndose a actuar en los instantes críticos para nerfear su excesivo poder. Así la heroína no puede conseguir relevancia suficiente ya que su mera presencia es hacer trampas. La necesidad de poner en valor el feminismo ha tomado un rumbo en el que la estrategia de marketing dilapida el propio discurso: es un elemento aislado que cumple su función y luego desaparece, como la propia Capitana Marvel. Sin embargo, funciona. Todos adoran a Danvers (incluido yo), porque todos nos quedamos hipnotizados por las rayas del uniforme de los Yankies.
Endgame nos hace recordar un pasado que ahora nos parece lejano. En una sociedad de consumo rápido como la nuestra, el tiempo y la obsolescencia actúa con más presteza; el fan nostálgico siempre va a preferir ver al Capi peleando con el Capi antes que tener una escena con sentido, el fan va a preferir ver a Danvers destrozando una nave antes que sufriendo en la lucha. Endgame no es una película, es un evento.
Cualquier evento de tal magnitud necesita un clímax: la batalla final. Aquí toda la carne entra en el asador. Frente a los Vengadores, es Thanos quien fija la medida de todas las cosas. Una costumbre iniciada en Los Vengadores de Joss Wheedon es que, a cada entrega capital, más y más personajes habían de sumarse al elenco. Algunos ya vieron en Infinity War que esto era peligroso, pero sigue siendo igual de seductor, pues Marvel es un producto neobarroco. La batalla devuelve a Thanos la presencia inamovible que había perdido durante el resto de la película. La batalla es donde todo lo que se ha puesto en juego estos 11 años tiene su conclusión. Y funciona, no por la batalla en sí, sino porque estábamos preparándonos para esto. Ya no es un tenso duelo casi imposible, como en Infinity War. Aquí las tornas se igualan, por eso el conflicto resulta catártico.
Más allá de la persuasión, no llego a comprender a aquellos que criticaron Infinity War y alaban Endgame, siendo la primera una obra más valiente, medida y redonda. La última entrega de la saga ha sido un espectáculo de luces donde se le ha dado al fan lo que quería ver, a cualquier coste. Son varios los agujeros y detalles que se esconden detrás de la tramoya, y como fan no haría caso de ello por lo general. Poco me importa la inconsistencia del guion de Kingsman, sólo quiero ver tiros. No obstante, Endgame ha sido una maratón decidida a poner a prueba mi suspensión de la incredulidad. Aún así, la gente gritaba, reía y aplaudía. Junto a mi butaca, una chica lloraba; más allá, un grupo de amigos apenas podía levantarse tras el orgasmo. Marvel ha concentrado una pasión construida durante once años en un evento sin precedentes. Esto es lo que esperábamos y todos han podido aceptar lo que yo no he sabido ignorar. Lo que más me decepcionó no fue que la película no estuviese a la altura, sino darme cuenta de que mi tolerancia no ha sido capaz de asimilar el hecho de que Endgame no es una película, es un evento. Conocer el truco del mago sólo consigue que dejes de apreciar la magia.
Vengadores: Endgame no ha sido configurado para tener una existencia longeva. En unos años, recordaremos con nostalgia el momento quien lo haya vivido. La obra será recordada en su contexto, mas quien se acerque a ella desde la distancia la verá quizás con ojos más críticos. Las buenas opiniones mermarán, las emociones se diluirán, y entonces es posible que la presunta opera magna del Universo Cinematográfico de Marvel pierda aura. Si esta obra de materiales caducos aguantará en un futuro sólo el tiempo lo dirá.
Los anteriores párrafos corresponden a un Yo disgustado y aturdido. No se si fueron las expectativas, un fallo de lenguaje o que simplemente no estuve atento. No lo sé. He vuelvo a ver Endgame, y esta vez he podido disfrutarla. ¿Cambia eso lo anterior? No del todo. Algunos detalles que me extrañaron han tenido su respuesta, otros no. Sigo sin ver esta cinta como la gran película que todos dicen – a nivel cinematográfico, Infinity War sigue sobresaliendo por encima -, pero ahora la he gozado porque he conseguido relativizar el asunto. No hay que darle demasiadas vueltas a los detalles, «es sólo una película». Endgame jugó mucho con mi suspensión de la incredulidad durante mi primer visionado, tanto es así que irónicamente las llamativas formas que habrían de cautivarme pasaron inadvertidas frente a la nimiedad, y eso hizo que no pudiese ver el lienzo al completo. Ahora he podido apreciar el sentido de la historia, he podido vivir el dolor de los personajes. He vuelto a temer a Thanos. Creo que es el momento de dejar de escribir. Estamos demasiado cerca de la explosión como para apreciar el alcance del cráter. El vaivén de emociones no me permite ser crítico. He escrito este párrafo tras volver a ver la película, cuando nada es lo que debería ser. Una vez más, sólo el tiempo dirá.
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