Desde los tiempos de Chaplin los actores cómicos han supuesto una de las mejores armas que el drama ha encontrado. Ante ellos bajamos la guardia y, conocedores de que estos intérpretes tienen su fuerte en la comedia, confiamos, inocentes, en que no nos harán llorar, ni nos proporcionarán un atisbo de tristeza. Desde el cine mudo hasta llegar a Jim Carrey, pasando por el imprescindible Jack Lemmon, los cómicos han encerrado siempre ese poso del payaso triste que nos hace esbozar una sonrisa mientras nos mira con una angustia existencial desoladora.
En la primera escena de The Skeleton Twins, los personajes interpretados por Kristen Wiig y Bill Hader, dos de los más ilustres cómicos del Saturday Night Live reciente, se intentan suicidar prácticamente al mismo tiempo. Son gemelos y llevan la carga de que su padre tomó en su momento el mismo radical camino a la hora de enfrentarse a la vida. El encuentro entre ambos, tras estos intentos frustrados de quitarse la vida, centran la segunda película del director y guionista Craig Johnson, que consiguió el año pasado el premio al mejor guión en el Festival de Sundance.
Uno de los puntos más interesantes que plantea The Skeleton Twins es la posibilidad de ver a dos personajes que son claramente depresivos crónicos bajo un prisma que no abusa del dramatismo de las situaciones. Mientras que Milo usa el sentido del humor sarcástico para no afrontar sus problemas, Maggie se esconde en un caparazón en el que nadie puede entrar. La contenida labor de Kristen Wiig, totalmente alejada de su rol en La boda de mi mejor amiga, contrasta con la expansiva de Hader, recordándonos que la química entre ellos en el Saturday Night Live no era un espejismo. La complicidad entre ambos actores eleva a The Skeleton Twins a unos grandes niveles de veracidad, a lo que ayuda que Johnson no emplee demasiados tics del cine indie, con una realización sencilla y calmada.
La tristeza, la depresión y el suicido son tres temas de los que nos habla The Skeleton Twins, pero siempre manteniendo una extraña paz que, en el fondo, nos puede angustiar más: sabemos que tras las miradas y la falta de gritos hay un torrente de desolación que, cosas de la memoria, me ha recordado a los atribulados y mucho más exagerados hermanos de Shame. Dos formas totalmente opuestas de acercarse al amor entre dos hermanos que afrontan por diferentes caminos toda la desazón que la vida nos tiene preparada. Dos acercamientos totalmente válidos, pero que en el caso de The Skeleton Twins, por sus formas de comedia y el perfil de sus actores, nos puede pillar más a contrapie. Recordad siempre que una de las películas más tristes de la historia del cine, El apartamento de Billy Wilder, sigue siendo considerada una comedia.
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