Cita anual con el maestro, y como siempre que habla el maestro nosotros nos tenemos que callar. Incluso cuando se equivoca tenemos que guardar silencio porque hasta de esos errores se aprende. Y porque es el maestro, porque lleva lo que lleva a sus espaldas se le debe un respeto y un compromiso, el de estar, año tras año hasta que la luz se apague, sentado en la butaca a ver que nos tiene que contar, con qué nos quiere remover el alma.
Woody Allen haciendo cine social. Si me lo llegan a decir hace un tiempo hubiera soltado una carcajada. Pero la actualidad manda, y esta crisis que estamos viviendo ha afectado hasta a los protagonistas de las películas de Allen, la clase alta. Esa clase alta rancia, que se cree que se merece estar donde está por encima de los demás, y si de paso pisotea al resto mejor.