Durante sus treinta años de carrera, el director nipón Sion Sono, ha conseguido hacerse un hueco entre los mejores directores del país asiático. Su última película, Tag, mezcla la estética del videojuego con la construcción de realidades paralelas y juegos temporales. El film narra la historia de una joven muchacha que es víctima de situaciones totalmente surrealistas y violentas. Cada vez que sobrevive a una se traslada a una nueva realidad paralela (en la que a veces cambia su nombre o físicamente) hasta que vuelve a sucederle otra situación violenta y se vuelve a iniciar el ciclo. Las líneas temporales a partir de las que se estructura la película recuerdan a niveles de videojuego que deben superarse. Todos los conflictos a los que se somete la protagonista se unen a través de dos constantes: la sangre y la violencia.
Tag, tiene un arranque espectacular, delirante y fascinante a partes iguales. Pero pese conseguir mantener durante los primeros minutos la incertidumbre y tensión ante los momentos surrealistas que ofrece, el film acaba perdiendo fuelle progresivamente y navegando sin un rumbo claro precipitándose a un callejón sin salida. Tag es una buena obra experimental desde un punto de vista narrativo y estructural, pero que no acaba de confeccionarse y solidificarse.
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