El festival de Sitges de este año está proyectando varias películas que tratan la corrupción, sobre todo en el terreno policíaco. Ejemplos como la coreana The target, o las británicas Filth y la propia Hyena. Cada una de ellas encara el mundo corrupto desde una perspectiva diferente. Hyena parte de un único protagonista que deambula. La acción que más se repite durante la película es el deambular. A simple vista es algo que no se ve, ya que los personajes principales siguen unos casos, tienen unas preocupaciones y unos objetivos. Pero a través de estrategias de pura dirección se realza el concepto de nomadismo. Sobre todo a través de las largas secuencias en coche, o incluso en los momentos más tensos, cuando la película se vale de la cámara lenta para dilatar el tiempo y realzar el vagar de los personajes y de la propia trama.
Los intereses del protagonista no se basan ocultar su corrupción, de hecho en muchos casos farda de ella para conseguir lo que quiere. La corrupción está asumida desde todos los ámbitos, nadie se escapa de ella. Y por esa razón no deja de ser un elemento en segundo término que remarca la trama. La lucha del personaje principal con sus antagonistas (psicológicos y físicos) es lo que realmente importa. Si algo hace fallar al film es el abuso de la dilatación de la trama, que puede resultar aburrida en algunos momentos. Pero Hyena es un film que muestra la corrupción desde un punto de vista diferente y con una voluntad estética clara.