Podría parecer que una saga con cinco partes (y más que vendrán) como la que nos ha ocupado esta semana puede depararnos pocas sorpresas. Al fin y al cabo casi que ya sabemos lo que vamos a ver: la señorita Alice se enfrenta a una serie de problemas en forma de zombies y a tirar para alante. Afortunadamente, el señor WS Anderson es un poco más inquieto que la media de los directores del cine comercial hollywodiense.
Resident Evil: Venganza empieza justo donde terminó la anterior Ultratumba con una excelente reconstrucción del ataque al barco Arcadia y sus posteriores consecuencias. De nuevo veremos a Alice encontrarse con varios personajes directamente extraídos de los juegos como son Ada Wong y Leon S. Kennedy, así como con viejos conocidos como Carlos Olivera, Jill Valentine, Rain y Luther West. El enemigo esta vez es la computadora hermana de la que se rebelaba en la primera parte y esto es lo que define el devenir de la película.
La primera media hora de Resident Evil: Venganza viene a ser lo más parecido a una narración abstracta que el cine comercial actual puede darnos. Con Alice prácticamente sola en todo el inicio el juego con los escenarios es clave. Tokyo, Nueva York y Moscú son los entornos usados en un juego macabro del que no daré más información para no chafaros las sorpresas. Sólo decir que esta entrega es la que probablemente más use el concepto de videojuego y todo lo que esto conlleva.
Lo más seguro es que leas por ahí que Resident Evil: Venganza es una película poco imaginativa, plana, absurda y carente de personalidad. Yo me pregunto si todas esas críticas ya estaban escritas antes de entrar a la sala. También está el no querer ver más allá y mirar con desdén de crítico profesional este tipo de películas y a sabiendas de que es una quinta entrega y tirar de tópicos como los del agotamiento de la fórmula y demás.
Bueno, no pasa nada. No voy a pedir disculpas por disfrutar con esta saga. Esto es lo que es tampoco me engaño a mi mismo en cuanto a lo que estoy viendo. El que quiera disfrutarlo que lo disfrute y el que no pues nada. Ellos se lo pierden. Yo estaré ahí dentro de un par de años para admirar como Milla va cumpliendo primaveras. Pero que no me llamen tonto que salto.
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