Fue en 1960. Ocurrió en un desconocido, hasta ese año, motel de carretera, con un dueño muy loco que vivía con su anciana madre cerca de allí. Psicosis, fue una película genial del maestro del suspense, Alfred Hitchcock que contó con una escena de asesinato en una ducha que cambió la historia del cine de terror para siempre. Esos 78 planos y 52 cortes son los que Alexandre O. Philippe repasa y analiza desde todos los puntos de vista posibles sin que se le escape un solo detalle. 78/52 es un documental que recoge las impresiones de algunos amantes de esta mítica e icónica escena entre los que se encuentran caras tan conocidas como el director Guillermo del Toro o actores y actrices como Jamie Lee Curtis o Elijah Wood. Gracias a ellos vamos a descubrir muchas cosas que desconocíamos y que tienen que ver con aspectos técnicos en la construcción de cualquier film, hoy en día. La dirección, el montaje, la música, la fotografía, el vestuario de la protagonista, con doble incluida o el sonido revelan datos interesantes que nos habían pasado desapercibidos y que por fin podemos descubrir, como un tesoro que se encuentra después de más de cincuenta años.
Desde que Janet Leigh se mete en la bañera hasta que cae al suelo muerta por las cuchilladas del asesino anónimo, es decir tres minutos de suspense y terror, la psicosis que se produce en el espectador no es comparable a casi nada de esa época. Marcó un antes y un después en el género y posibilitó una nueva manera de hacer cine, mucho más estudiada, donde nada se improvisaba. Todo se revisó al milímetro, las posturas elegidas, esos primeros planos inquietantes, imágenes en el desnudo femenino que podían ser censuradas y una música de violín que todos ya conocemos.
Fueron siete días de rodaje que dieron para mucho. Alfred Hitchcock, como un dios para la industria, no creó un mundo de la nada pero sí un crimen perfecto que sirvió de influencia para generaciones futuras. No es raro ver en 78/52 imágenes en la actualidad que imitan a momentos especialmente impactantes de esta escena como manos abiertas buscando una ayuda inexistente, ojos en primer plano que parecen soltar una lágrima, acaso son las gotas del agua o sombras oscuras detrás de una cortina de plástico que no identifican al asesino/a del moño.
Resultan muy interesantes las revelaciones, la minuciosidad con la que se repasan los detalles en 78/52, todo contado desde la verdad más objetiva y el conocimiento de causa. Solo tengo dos quejas y es que a veces puede resultar muy pesado el volumen de la información aportada o puede decaer el ritmo de la narración cuando notamos que se repiten ciertos datos todo ello motivado por el desorden en el discurso, distintas voces en off que en realidad son las declaraciones de los improvisados críticos. Si olvidamos estas cosas estaremos ante un muy buen documental, digno de mención y recuerdo. Un buen fin de fiesta de un Festival Nocturna que cada año parece superarse ¿Con qué nos sorprenderá el año que viene? Espero repetir experiencia y sensaciones, ambas muy positivas de este hermano pequeño del Sitges catalán.
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