Una dura realidad a la que se han de enfrentar los directores contemporáneos a la hora de realizar sus películas es el hecho de que en el cine prácticamente ya se ha dicho todo. Miles y miles de ideas se han plasmado a lo largo de la historia del séptimo arte, hasta el punto de que hoy en día sea inevitable asociar constantemente argumentos, estilos visuales o formas de dirigir de diferentes películas. No confíes en nadie se centra en un tema mil veces tratado en los films y series de televisión: la amnesia. Y su forma de enfocar este tema (basado en un best-seller de S.J Watson) en la película, no es ni mucho menos original.
De entrada la historia comienza presentándonos a Christine (Nicole Kidman), que se levanta desorientada en un dormitorio al lado de Ben (Colin Firth), un hombre que no conoce. Al entrar al baño se encuentra con un mural lleno de fotografías en las que aparece ella junto a Ben en diferentes momentos de su vida: matrimonio, fiestas, comidas… Al salir del baño recibe una charla de Ben explicándole que es su marido, que sufre amnesia, y que los recuerdos que almacena durante el día se borran por la noche. Tras este argumento parece que se esconda la segunda parte de 50 primeras citas, la obra protagonizada por Adam Sandler y Drew Barrymore, cuya premisa final es exactamente igual. Pero No confíes en nadie acaba adquiriendo a medida que avanza la película un tono oscuro, detectivesco y de thriller. Christine recibirá cada día una llamada del Dr. Nash (Mark Strong) que le explicará el accidente que le produjo la enfermedad y le hará sospechar que su vida no es tal y cómo parece ser. Atmosféricamente la obra guarda cierto parecido con Memento, la cinta de Christopher Nolan, pero a diferencia de esta, no goza de una estructura desequilibrada acorde con el argumento.
La intriga, principal y única arma de la que se vale la película, avanza a ritmo acelerado hacia un final evidente. Un final legible en la propia traducción de la película cuyo título original es Before I go to sleep. Pese a las pistas falsas lanzadas al espectador, la obra acaba deshaciéndose muy rápido de la intriga para centrarse en la acción. El puzzle se soluciona demasiado rápido y al espectador solo le queda “sufrir” viendo el destino de la protagonista. Destino que culmina con un happy end exagerado y hasta cierto punto innecesario.
La estructura narrativa de la película es débil y se basa en mil tópicos plasmados en la gran pantalla. Pero los dos actores protagonistas tampoco consiguen salvar la película. Sobre todo Nicole Kidman, que se centra demasiado en mostrarse como personaje confuso y a menudo se olvida de que por sus venas también corre sangre.
El argumento y la trama de No confíes en nadie se acerca demasiado al telefilm, sector del cuál procede el director y guionista de la película, Rowan Joffé. Podría servir como entretenimiento de un sábado por la tarde. Pero si debemos invertir tiempo y dinero en una película, mejor que esa película valga la pena.
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