Las Tortugas Ninja: sopor adolescente

Cuando en retrospectiva veamos el cine que se producía en los años 2000 y en la primera década del siglo XXI nos sorprenderemos viendo cuánta cantidad de segundas y terceras partes se hacían y, sobre todo, cómo en tan poco tiempo se pudieron hacer tantas versiones de clásicos de nuestra infancia.

Las Tortugas Ninja nacen en 1984 en formato cómic por Kevin Eastman y Peter Laird y ya en 1987 veremos la primera y famosa serie de animación que muchos recordamos. Al rebufo de la serie, en los años 90 vimos tres películas de acción real basadas en las tortugas y que tuvieron un enorme éxito de público, llegando a recaudar la primera parte -estrenada en 1990- más de 135 millones de dólares en taquilla. A lo largo de estos años ha habido alguna serie más y alguna película (de animación) pero no ha sido hasta la nueva serie que Nickelodeon creó en 3D en 2012 (y para la que ya hay encargada una cuarta temporada) cuando han vuelto a tener un éxito equiparable al de los años 80 y 90.

En esta ocasión se nos vuelve a contar el origen de las cuatro tortugas (Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello) y de su maestro-rata, Splinter en una prometedora escena de animación inicial con un estilo cómic que también recuperarán los créditos de la película y que por desgracia se convierten en dos de los momentos más interesantes de la película.

Tortugas ninja

Las tortugas viven escondidas en las alcantarillas y tienen prohibido por su maestro salir al exterior, ya que aún no son adultas y no han terminado su entrenamiento ninja. Pero la ciudad de Nueva York está sufriendo el ataque del Clan del Pie capitaneado por el malvado ninja Shredder y las tortugas, cuando Splinter no mira, salen a defender a los inocentes. En uno de estos encuentros se topan con April O’Neil, una tenaz reportera que acaba de empezar y que verá en ellos el futuro de su carrera periodística. La búsqueda del origen de estas tortugas se entremezclará con el pasado y la vida de la periodista, que se verá obligada a ayudar a Leonardo, Raphael, Michelangelo y Donatello para salvar la ciudad de un peligro inminente.

La nueva película de Las tortugas ninja nace con una exitosa serie de animación emitiéndose por televisión y con el tirón del recuerdo de la serie de televisión y de las películas originales para que los treintañeros lleven a sus hijos al cine. Con este bagaje, un Michael Bay como productor (que ya sabe dónde tocar para conseguir el éxito del público con su saga Transformers), Jonathan Liebesman (En la oscuridad, Invasión a la Tierra, Ira de Titanes) como director y a Megan Fox como April O’Neil y uno no esperaba que las cosas salieran tan desastrosamente mal.

Tortugas ninja

El público objetivo de la nueva película de Las tortugas ninja, a diferencia de cualquier película de Marvel o de la propia saga Transformers son los niños de 10-12 años que conocen a las tortugas no porque sus padres les hayan hablado de ellas o porque hayan leído el cómic, sino porque ven la serie en Nickelodeon. Ese es el motivo por el que la película tiene una estructura narrativa tan obvia, con malos muy malos, chistes tontos y muchas escenas realmente prescindibles. Pero por otro lado la película está cargada de violencia, chistes adultos con doble sentido y un tratamiento de lo visual que nada hace indicar que sea infantil.

Lo mejor de la película es la animación de las propias tortugas, totalmente creadas por ordenador y con un resultado espectacular y en eso se nota que no han escatimado gastos. En ningún momento las tortugas parecen mal hechas o interaccionan mal con cualquier elemento real de la película. Para los amantes de la animación en 3D quizá este sea un motivo suficiente para ver la película. De lejos, la mejor de las escenas es sin lugar a duda la del ascensor, 3 minutos de la película vistos en un clip oficial de Paramount Pictures que os ahorrarán el sufrimiento de los eternos 101 minutos de unas insoportables tortugas en la edad del pavo que no paran de decir que están en la edad del pavo.

Aunque lo veo improbable, ojalá que veamos en un futuro una versión adulta de Las Tortugas Ninja con la que poder exclamar ¡Cowabunga! y no dormirnos en la butaca del cine esperando a que ocurra algo.

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