El segundo film que hemos podido ver del Festival In-Edit, All I Can Say, destaca desde su premisa: se trata del vídeo diario personal del cantante de uno de los grupos grunge más importantes de los 90, Shannon Hoon de Blind Melon. Un viaje a través de las imágenes autoproducidas por el cantante durante 3 años (desde 1993 a 1995), mostrándonos su vida personal, además del auge y la caída de su banda. En este caso la mirada de la estrella del rock es completamente íntima y subjetiva.
La perspectiva fly on the wall se ve acompañada por planos medios del mismo cantante grabándose a sí mismo y fragmentos de los conciertos de la banda desde sus inicios en salas pequeñas a festivales multitudinarios. Shannon nos muestra su cara más personal e íntima (confesionarios, el proceso de embarazo de su mujer y el mismo parto), no dudando en representarse a su vez como la estrella sumida en los excesos que acabarían con su vida a los 28 años.
La nostalgia es un factor relevante en esta cinta, debido no tan solo a la textura del fotograma, directamente producida por una videocámara casera de la época, sino también en relación con la forma en la que representa la cara más glamurosa de una generación en concreto: la X. De todas formas, damos gracias al hecho de que la fuerza de la cinta no recaiga en su totalidad en este efecto nostálgico, sino que más bien se muestra una consecuencia colateral que otorga a la cinta un halo concreto que puede gustar al espectador más o menos.
All I Can Say es una propuesta valiente, cruda y muy inteligente. Aunque no se aleje de la gran narrativa del músico mártir en su contenido sí que se desvincula en lo formal del gran relato canónico. Su faceta relacionada con el collage y el videoarte hace de este documental probablemente la apuesta más arriesgada del festival. Una película recomendada tanto para amantes del género y del grupo en cuestión, como para cualquier otro espectador que esté dispuesto a enfrentarse a una narrativa creativa y diferente.