Se suele decir que las segundas oportunidades nunca guardan nada bueno, y en el caso del Zinemaldi ha sido (casi) más verdad que nunca. Pese a la variedad de sus propuestas, pocas han conseguido brillar en esta constelación recién creada en Donosti. Os contamos una a una nuestras impresiones sobre El hombre de las mil caras, Orpheline, The oath, Florence Foster Jenkins y Le ciel flamand.
El hombre de las mil caras ***
Todos esperábamos con curiosidad y cierto fervor la última película de Alberto Rodríguez tras su más que sólida La isla mínima. Y El hombre de las mil caras lo tenía todo para triunfar: Un reparto plagado de estrellas, un director que machaca en taquilla, un hecho real que conmocionó a todo nuestro país… Y, sin embargo, nunca termina de marcar el gol que promete en los primeros compases. ¿Por qué?
No nos llamemos a engaño: El hombre de las mil caras es una buena película. Es un thriller con ritmo, diálogos incisivos, crítica (poco) velada a la España de hoy en día y personajes interesantes. El problema es que termina hecha un lío y sin enterarse muy bien ni ella misma de lo que está contando. Como ya ocurriera en La gran apuesta, los espectadores con ningún estudio de economía tardarán en pillar algunos de los hechos que aquí se cuentan. Pero, pese a la trayectoria errática y el ambiente de thriller al uso, el filme es digno de aplaudir.
Que en la España de 2016 se puedan hacer thrillers que compitan de tú a tú con los americanos, con historias propias que deben ser contadas, una narrativa más o menos similar a la usada en Hollywood (esa voz en off continua, por ejemplo) y una dirección sólida y firme, es un lujo. El problema es que El hombre de las mil caras podría haber tenido un guión más pulido. Podría haber sido mejor. Podría no haber dejado esa sensación de “ojalá hubiera apretado más el acelerador”. Podría haber mostrado 999 caras más.
ESTRENO 23/09/2016
Orpheline **
En ocasiones, en el cine actual se confunde mucho “narrativa inteligente” con “ocultar información al espectador”. Eso es lo que ocurre en Orpheline. La película cuenta cuatro historias en las que se cruza el pasado y el presente de diversos personajes femeninos, algo que sobre el papel podría resultar interesante pero que termina siendo un viaje a ninguna parte. Nunca sabemos exactamente lo que estamos viendo, en qué punto de la historia estamos ni cómo esto va a afectar al resto de la película. Para algunos, narrativa inteligente. Para otros, un mal juego de ocultar palabras.
El gran problema de Orpheline es que, en lugar de meter al espectador en la película por sus propios medios, exige de éste redención absoluta y un trabajo extra de meterse en la trama e interesarse por los personajes. Unos personajes cuyas trayectorias son tan erráticas como la película en sí misma, cuyas decisiones no son siempre creíbles y que no destaca ni en el plano técnico ni en el artístico. Muchos primeros planos, mucho drama exagerado, muchas situaciones límite, que no llevan a ningún lado. Una película que causará interés y sueño a partes iguales. Sinceramente, yo me he decantado por lo segundo.
The Oath *
Imaginad por un momento que entre los telefilmes de Antena 3 se cuela un día Ciudadano Kane. Que en el Festival de Sitges se emite un conmovedor drama sudafricano sobre una madre y sus dos hijas. Que los concursantes siguen con gran interés una de Kiarostami. Pues nada de esto sería más explicable que la inclusión de una película como The Oath en la Sección Oficial del Zinemaldi.
Baltasar Kormákur, autor de la olvidable Everest, firma un thriller imposible, a camino entre un ‘Venganza’ sin Liam Neeson y una película de bajo presupuesto hecha para televisión: secuestros, venganzas, drogas, revelaciones y niños a punto de morir se juntan en una película que no tiene razón de ser, ni fuera ni, sobre todo, dentro del festival. Una absoluta pérdida de tiempo en la que solo han faltado corte para anuncios a lo “En 4 minutos volvemos” para tener la experiencia completa.
The Oath cuenta con un plano interesante, y con alguna dinámica que puede funcionar si no fuera porque la propia película se encarga en dinamitarla en cuanto tiene ocasión (la relación entre el padre y la hija mayor, principalmente). Los personajes van y vienen según se necesitan en escena (con el caso flagrante de la hija menor), la trama fluye con la misma naturalidad que un tigre naciendo de un huevo y los actores ni siquiera están muy entregados a la causa. Un absoluto despropósito.
Verano en Brooklyn (Little men) *** ½
Uno no sabe que esperar de una película firmada por Ira Sachs, autor de películas tan olvidables como El amor es extraño o El juego del matrimonio, pero lo cierto es que Little Men (titulada en España Verano en Brooklyn, porque transcurre durante verano en Brooklyn, ¡unos genios!) sorprende y funciona con una historia sentimental y sencilla pero, al mismo tiempo, repleta de matices.
Aunque Little Men habla de muchos temas (racismo, dolor ante la muerte de un ser querido, bullying, el arte…), su foco está en ese momento de la amistad que parece que durará para siempre: al inicio de la adolescencia. Tony y Jake viven una historia de amistad tan poderosa como realista, y es imposible no sentirse identificado con ellos y la horrible situación que les toca vivir durante la película. Además, Sachs ha introducido un (poco) sutil elemento homosexual que hace de esta amistad un soplo de aire fresco.
Con Greg Kinnear y Alfred Molina como las caras más visibles de la película, Little Men es una oda a la amistad perecedera, a los veranos de videojuegos y patines, a seguir tu propio camino y, sobre todo, a nunca olvidar. Todo ello entremezclado en una historia que cae en demasiados lugares comunes pero, pese a todo, funciona moderadamente.
ESTRENO 21/10/2016
Florence Foster Jenkins ****
Puede que esta sea la película más mainstream de cuantas hemos podido ver hasta la fecha (no en vano se habla de unas cuantas nominaciones al Oscar), pero no por ello es menos interesante: Florence Foster Jenkins es una comedia con tintes de drama a caballo entre lo cruel y lo condescendiente, que, aunque se basa en el mismo chiste una y otra vez (Florence no sabe cantar y pese a todo canta), funciona como en su día funcionaban las películas de slapstick de Buster Keaton. No te cansarás de ver a Florence cantando mal una y otra vez.
Junto a la soberbia Meryl Streep (que tiene serias opciones de Oscar con este film) se encuentran Hugh Grant, que hace de Hugh Grant en un papel con muchos matices e interés, y Simon Helberg, para el que ya se habla como posible nominado a actor secundario, algo que no mucha gente puede toser. Florence Foster Jenkins confirma el gran estado de forma de Stephen Frears, que, basándose en un hecho real, ha conseguido crear una historia que parece ir más allá de lo humanamente creíble.
Y, de paso, Florene Foster Jenkins nos lanza reflexiones sobre el amor (¡y el poliamor!), el cariño, el poder de la crítica y el público, la fascinación por lo trash (que no viene de ahora, sino de hace mucho tiempo) y la necesidad de darlo todo, aunque no seamos los mejores en nuestro trabajo. Descacharrante, emocionante y, a ratos, deliciosa. Todo un acierto.
ESTRENO 23/09/2016
Le ciel flamand ***
La sección de Nuevos Directores es como jugar a la ruleta rusa: A veces encontramos películas incomestibles, y otras pequeñas joyas que, de otra forma, habrían pasado inadvertidas. Es este, por suerte, el caso de Le ciel flamand, una película sobre el abuso de una menor de edad y la necesidad de venganza por parte de sus progenitores.
Aunque la historia podría estar contada con más crudeza, el tono adoptado por Peter Monsaert, más frío y alejado, similar al del personaje protagonista, es más que correcto. Tan solo se le puede achacar que la historia peca de repetitiva. Sinceramente, todo lo que le rodea compensa con creces. Una pequeña gran sorpresa.
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