Desde su debut en el cine con Todo está perdonado en 2007, Mia Hansen-Løve ha sabido hacerse un pequeño hueco entre los mejores directores franceses de la actualidad. A través de un cine muy personal, de una estética muy reconocible, que se adapta a la perfección al adjetivo de autor construye unas películas muy humanistas. Edén fue el film que cerró el Festival Internacional de Cinema de Autor de Barcelona, por el que han pasado un gran abanico de películas contemporáneas en las que la figura principal, por su extrema gran vinculación con sus obra personales, es el autor.
Hansen-Løve había explorado las relaciones humanas siempre desde un punto de vista en el que el amor y la familia constituían los principales pilares de sus obras. Eden narra el viaje de un DJ que llega hasta las puertas del cielo para después caer a los infiernos. Y aunque la fama, las drogas y sobre todo la música sean los grandes elementos de la película, el amor y la familia vuelven a desarrollar un papel muy importante. Bajo la apariencia de no contar nada, de mostrarnos los tiempos muertos, los momentos más íntimos y quizás menos interesantes de los protagonistas es su capacidad de profundizar en el comportamiento humano, en analizar sus sentimientos, sus pasiones, sus debilidades y sus puntos buenos. Esto lo consigue a través de unos guiones concebidos milimétricamente que bajo su aparente banalidad esconden caracteres humanos tremendamente realistas pese a ser ficcionados y que consiguen atraer al público.
Pero más allá de las virtudes del cine de Hansen-Løve que vuelven a repetirse en Edén, destaca como consigue salir airosa al representar una época que paso bastante desapercibida pero que fue tremendamente importante dentro de Francia: la época de la música Garage, que tiene como máximo referente a Daft Punk. Los antros, discotecas y garitos donde sonaba esta música aparecen muy bien reflejados en el film, consiguiendo adentrar por completo al espectador dentro de este movimiento.
Pese a mostrar los éxitos, fracasos y altibajos del protagonista el film no suscita en exceso la compasión por este. Es un personaje convencido por unos ideales inamovibles, con la intención de dedicarse a lo que le gusta siempre que pueda, aunque su éxito sea una moda pasajera, aunque las drogas afecten negativamente en su vida, al fin y al cabo él es el que ha elegido ese tipo de vida y eso no es tan solo legítimo sino hasta cierto punto también admirable.
Edén es un gran viaje por la música de los 90 y los 2000, y de nuevo un pequeño retrato humanista de Mia Hansen-Løve, personal, íntimo y muy atrayente.
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