Tres películas de tres continentes y con una sola letra en el título: desde Estados Unidos una historia de niños zombies con piojos, un thriller francés sobre un asesino en serie y una producción coreana ambientada en una oficina.
Cooties
Con la producción de Elijah Wood, que también interpreta al protagonista, y la presencia de los televisivos Rainn Wilson, Alison Pitt y Jack McBrayer, Cooties propone lo que podríamos considerar una buena mezcla entre Shaun of the Dead y The Faculty: los prepúberes de un colegio comienzan a transformarse en zombies mientras los profesores deben mantenerse a salvo.
Poca novedad en el desarrollo de la historia que se compensa con un ritmo imparable y la innegable vis cómica de sus intérpretes. De hecho, todos ellos parecen estar interpretando una versión exagerada de los personajes que les hicieron famosos, con coñas al pasado hobbit de Wood incluidas. Casqueria bien llevada y poco pudor en el tema de que los niños sean los malos hacen de Cooties un entretenimiento más que disfrutable por los aficionados a la comedia gore.
Cruel
Como si de una versión contenida de Harry, retrato de un asesino o Las horas del día se tratase, la francesa Cruel propone el acercamiento a un asesino en serie que se dedica a encerrar a sus víctimas en un sótano donde tienen las horas contadas. Todo ello con calculada distancia, huyendo de la escabrosidad de las películas mencionadas.
Aun así, la película de Eric Cherrière no consigue desmarcarse ni conseguir un tono propio que la haga destacar, con lo que acaba desesperando por aburrimiento más que por lo que está narrando. Todo ello a pesar de la encomiable interpretación de Jean-Jacques Lelté que poco puede hacer para sacar a flote la impersonal realización del debutante Cherrière.
Office
La cuota asiática que todo festival de cine fantástico debe tener cada día vino de la mano de la película coreana Office de Won-Chan Hong: un empleado de una oficina cualquiera asesina a toda su familia y desaparece mientras sus compañeros de trabajo comienzan a sospechar que no está demasiado lejos.
Una de las cosas que hacen más interesante a Office es el entorno que crea donde una oficina se convierte en un lugar de terror del que es difícil escapar, así como proponer una sutil crítica a la competencia desalmada entre compañeros. Una pena que Won-Chan Hong estire la cosa hasta los 110 minutos que no hacen más que redundar en situaciones y romper el ritmo de una investigación que debía haber sido claustrofóbica y acaba siendo tediosa. Por no decir que la supuesta sorpresa que encierra en su final es medianamente previsible.
1 comment