El matrimonio más famoso del mundo de la parapsicología vuelve con nosotros. En Expediente Warren: El caso Enfield los Warren, Ed y Lorraine, se enfrentan a un nuevo caso que pondrá los pelos de punta a más de uno. Abandonarán a su hija y su hogar en Estados Unidos para intentar ayudar a una familia inglesa que vive en el barrio londinense de Enfield. Basado en una historia real de uno de los episodios de poltergeist más espeluznantes de la historia, el conocido director James Wan vuelve a darle la vuelta a todo cambiando no solo los apellidos de los afectados, de Harper a Hodgson, sino la propia conclusión final.
En Expediente Warren: El caso Enfield está presente toda la parafernalia, simbología y estética que acompaña a Wan, el color intenso rojo en objetos y luces, los espíritus ocultos en las sombras, visualizaciones borrosas o a medias por efectos de luz o cegueras momentáneas juegan con el espectador llevándolo donde el director desea, a la completa desorientación que por supuesto produce un suspense preparado y nada natural.
No cabe duda de que en este género Wan se mueve como pez en el agua. Ha conseguido encontrar un filón en los casos que esta pareja investigó allá por los años 70. No nos importa viajar en el tiempo a aquellos maravillosos años en donde los teléfonos no eran móviles y colgaban de la pared, donde estaba de moda llevar pantalones de campana y donde Elvis Presley sonaba en los tocadiscos o colgaba como poster al lado de otros fenómenos teenager. Sorprende que a las nuevas generaciones tampoco les eche para atrás un recordatorio que ellos no vivieron.
El ritmo de Expediente Warren: El caso Enfield sigue la norma del director, comienza lento para ir creciendo en intensidad a medida que nos vamos acercando al final. Entre susto y susto se permite el lujo de incluir pequeñas bromas y pausas que rebajan a veces el tono del discurso relajando algo al personal. En esta ocasión Ed Warren se marca un solo con guitarra para deleite y calma de los sufridos habitantes de la casa.
No se puede destacar ninguno de los fenómenos que se dieron en Enfield pues todos fueron igual de sorprendentes si acaso el cambio en la voz de Janet, una de las niñas, que fue grabada para estudio posterior. Los diferentes testigos de cada uno de ellos con sus declaraciones intentaron sumarle cada vez mayor credibilidad a los hechos ayudando a que pronto saliera en primera portada de numerosos diarios y en las más importantes cadenas de tv. Esto hizo que la onda se expandiera hasta Estados Unidos llegando a oídos de los Warren que por supuesto participaron en la investigación siendo un peón más de aquel circo mediático.
Pronto quedó claro que existían dos bandos y dos posturas. Estaban los que consideraban un fraude todo aquello con vista a que aquella familia desestructurada, recordemos que la madre estaba separada y pasaba una mala racha económica, pudiera conseguir una casa más grande y un ingreso efectivo extra gracias a los programas a los que eran invitados o los que siendo muy crédulos se creían todo a pie juntillas confiados en que en verdad existe un plano del más allá donde los muertos y demonios no solo pasan el rato molestándonos moviendo los objetos sin parar sino que planean regresar a nuestro mundo. En la vida real ganó uno de ellos con alguna sombra, en Expediente Warren: El caso Enfield es diferente. Se juega con nuestro desconocimiento sobre el caso para dotarle al conjunto de un nuevo significado, nuevos enemigos y momentos más terroríficos.
En la primera parte de esta futurible saga se hizo una breve mención a la historia de la muñeca Annabelle, en Expediente Warren: El caso Enfield la casa de Amytiville será ese mini caso que a modo corto Pixar nos introduzca en el universo Warren. Una azarosa vida con continuos llamamientos a casas encantadas, ruedas de prensa, entrevistas y conferencias en universidades que lo que menos hacían era darles estabilidad y paz a la pareja. Todo lo contrario, suponían una lucha constante contra las fuerzas del mal y un foco de problemas que les ponían a menudo en peligro. El sentirse diferentes a los demás hizo que se unieran contra todo y contra todos estableciéndose un vínculo entre ellos de amor incondicional que les hizo convertirse en fuertes guerreros y soldados de la iglesia en su lucha contra todo aquello que no tiene una explicación lógica y racional. Eran sus abanderados, aquellos que probaban en la tierra que hay numerosas cosas que aún no comprendemos y que se escapan de nuestro entendimiento. Un mundo sobrenatural que nos rodea y que prueba la existencia de Dios y del Demonio.
¡Hasta la próxima, señor y señora Warren! No creo que tardemos mucho en volver a saber de ustedes. Yo les esperaré con ganas.
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