Si yo quería que me gustase. De verdad que sí. Os lo juro. Iba con la intención, iba con la idea. Cuando me senté en la butaca para ver Escuadrón Suicida, lo hice con toda la ilusión del mundo. En serio. Que sí. Ardía en deseos de poder decir que tanto El hombre de acero como Batman v. Superman: El amanecer de la justicia fueron dos pequeños baches sin importancia y que el universo cinematográfico de DC Cómics estrenaba por fin su primer peliculón, sentando así las bases para lo que está por venir.
Vale. Lo cierto es que tampoco las tenía todas conmigo. De entrada, no me parecía la mejor idea del mundo poner a David Ayer a cargo del guión y la dirección. Primero, porque nunca ha sido un director especialmente brillante. Segundo, porque escribió el guión de la primera entrega de A Todo Gas. No es que me opusiera a un estilo un poco más macarra del que nos tienen acostumbrados en DC, todo lo contrario, pero tampoco quería que la cinta se convirtiera en un festival bakala.
La elección del reparto también me parecía bastante mejorable. Nada que objetar sobre Will Smitt o Margot Robbie, pero a priori la decisión de contratar a Jared Leto para interpretar al Joker no me parecía la más adecuada. A posteriori tampoco, pero ya os contaré luego. Y a estas alturas del juego, alguien tendría que haberse dado cuenta de que Jai Courtney es el equivalente americano a Patricia Montero: cosa que toca, cosa que arruina.
Aun sin tener en cuenta todo esto, los rumores de que Escuadrón Suicida no era tan cachonda en un principio como nos vendían sus (a mi gusto, demasiado petardos) tráilers y sumado al relativo fracaso de Batman v Superman eso hizo que el estudio terminara rajándose y pidiéndole a Ayer que rodase escenas adicionales para conseguir un tono menos agresivo y más desenfadado (más Marvel, vamos a decirlo claro) con la ayuda de un nuevo montaje a cargo de la empresa que ya hizo previamente los avances. Si los tráilers no se parecen a la película, hagamos que la película se parezca a los tráilers (si Mahoma no va a la montaña…).
De todos modos, insisto, las ganas de ver el que podría haber sido el equivalente DC a Guardianes de la Galaxia, seguían siendo grandes. Necesitábamos un soplo de aire fresco entre tanta solemnidad impostada, queríamos ver cómo sirviéndose de la oscuridad de su propio universo podían conseguir unas gamberradas mucho más cafres de lo habitual. DC tenía que sacársela aquí y ahora.
Habrá que esperar a Wonder Woman
Escuadrón Suicida es una de las mayores decepciones cinematográficas con las que he tenido la desgracia de cruzarme en muchísimo tiempo. No es un desastre de proporciones bíblicas, como muchos críticos se han empeñado en vender, pero sí que es una oportunidad perdida de la forma más estúpida y evitable posible.
Así que, a la espera de que un (improbable) montaje del director arregle el desaguisado que han tenido la desfachatez de estrenar en salas, esto es lo que nos queda: una master class sobre cómo no hay que contar una historia, un ejemplo paradigmático de cómo los rodajes adicionales pueden destrozar una película y un escupitajo a los fans de DC en particular y a los del cine de superhéroes en general. Siendo justos, ni tiene el abominable montaje de Batman v Superman ni se le notan tanto los pegotes como a Cuatro Fantásticos. Pero cerca se queda. Demasiado cerca. Y ese es el problema.
Hablando del reparto, empezaremos por lo bueno: Will Smith y Viola Davis. Estos dos son los únicos actores que parecen estar pasándoselo en grande. Smith está en su salsa haciendo el mismo papel de siempre pero que ejecuta a la perfección. Y Viola Davis es un mostrenco interpretativo que consigue darle unos matices a su personaje que dudo que existieran en el guión.
Luego están Margot Robbie y Jay Hernandez. Que, de verdad, hacen lo que pueden. La primera no consigue que su personaje deje de ser completamente insufrible o que los incesantes intentos de alivio cómico que nos proporciona tengan algo más de gracejo. Y el caso de Jay Hernandez es bastante descorazonador, porque en una buena película su personaje habría tenido mayor presencia y mejor desarrollo.
Yendo a los que me provocan indiferencia, todos los demás. Cara Delevingne no es actriz, y sería mejor que dejase de intentarlo. Todas sus intervenciones provocan más vergüenza ajena de la que deberían. Joel Kinnaman suficiente tiene con intentar que su barba no mute demasiado entre una escena y otra por culpa de los re-rodajes. Adewale Akinnuoye-Agbaje es gracioso y tiene presencia, pero su presencia es casi igual de testimonial que la de Karen Fukuhara (que simplemente pasaba por ahí). Jai Courtney, inexplicablemente, consigue estar bastante más decente que de normal. Parece que el truco está en no intentar convertirlo en la versión de marca blanca de Sam Worthington.
Mención especial para el Joker de Jared Leto. Y aquí reconozco ser menos objetivo de lo normal. Leto nunca me ha caído especialmente bien ni me ha parecido buen actor. El porculo que dio al resto del reparto durante el rodaje (regalándoles animales muertos, entre otras lindezas) para, según él, meterse en el papel tampoco auguraba nada bueno. Pero además, el diseño y enfoque del personaje, por desgracia donde más se nota el estilo de David Ayer en toda la película, me parece directamente abominable. Sí, es una adaptación. Sí, puede tomarse libertades. Sí, entiendo que cuanto más se aleje de las otras interpretaciones icónicas del personaje, mejor. El problema, de cara a próximas películas, es que Batman necesita a un buen Joker, y éste no lo es. Es una mamarrachada como la copa de un pino.
No ayuda que el único motivo de su aparición en Escuadrón Suicida sea para darle fondo al personaje de Harley Quinn. Sí, los orígenes de Harley siempre han estado directamente ligados al Joker, al igual que la abusiva relación entre los dos ha tenido siempre una importancia tremenda. Pero me temo que por culpa del montaje todo esto ha quedado bastante desdibujado. Y eso es peligroso. En lugar de demostrar claramente que el Joker es un malnacido hijo de puta que trata a Harley como la mierda, han intentado endulzarlo para contentar a las chicas Tumblr y adolescentes forracarpetas (¿aún existen?).
Todo esto junto con muestras varias de machismo rancio por parte de algunos personajes pueden crear un cóctel bastante explosivo de cara a los chiquillos que vean la película. Estos son los problemas de querer suavizar el tono de la cinta y de negarse a mostrar a sus personajes como los villanos mal nacidos que se supone que son. Quedándose a medio camino, el mensaje resulta muy difuso.
Pero no sólo los personajes de Escuadrón Suicida se resienten por el montaje. El ritmo de la película también es terrible. No existe una clara estructura de tres actos, sino que parece que el primero haya sido alargado hasta la extenuación (lo de presentarnos tres veces a Deadshot es de juzgado de guardia) y que el segundo se solape con el tercero de la forma más aburrida posible. La primera misión del escuadrón suicida se reduce a un monótono mata-mata por las oscuras calles de una ciudad evacuada. No hay diferencia alguna entre las set-pieces. Es lo más parecido que he visto en la gran pantalla a ver el gameplay de un videojuego. Preferiría volver a ver una y otra vez la última media hora de Corazones de Acero, que por lo menos allí había tanques láser.
Lo irónico es que, después de toda la bilis que acaba de salir de mi teclado, posiblemente Escuadrón Suicida sea la mejor película del universo DC y la que más he disfrutado de todas. No, no es que tenga mucho mérito si nos paramos a pensar en los precedentes, pero algo es. Si seguimos a este ritmo, quizá dentro de dos o tres años Warner/DC nos prepara algo decente de verdad. No perdamos la fe, señores.
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