A todos nos ha pasado alguna vez que en un día de esos que llamamos tonto, hemos discutido con un desconocido por una chorrada. Es entonces cuando sale lo peor de nosotros, nuestros peores instintos y todos aquellos prejuicios que nos hace humanos, imperfectos e injustos. El peor error que podemos cometer es prejuzgar a alguien por ser de un determinado país o una cultura diferente, en vez de aprender y enriquecerse con el encuentro, algunos se convierten en críticos duros por su ignorancia. Toni, en El insulto, vive en El Líbano con su mujer en un barrio pobre y espera a su primer hijo. Todo debería ser dicha y alegría pero no es así. Su enfrentamiento y desavenencias con un obrero responsable palestino que trabaja en su calle desemboca en una espiral de violencia verbal y física que acaba en los tribunales. Un juicio injusto para todos que solo deja vencidos y abre unas heridas que nunca se cerraron en el país. Dos bandos separados y enfrentados por la religión, política y una guerra que por desgracia enterró a víctimas vivas y muertas. Aquí no hay buenos o malos, blancos o negros sino grises matizados que actúan según las circunstancias y se mueven por sentimientos que han nacido de experiencias pasadas traumáticas.
El director, Ziad Doueiri, en esta su cuarta película sin duda conoce y ha visto famosos films norteamericanos como Tiempo de matar, American History X o la oscarizada Crash. Ha cambiado a los habitantes de la ficticia Clanton por los vecinos y familiares de la ciudad libanesa y una lucha entre el racista Ku Klux Klan y la comunidad negra del Sur por peleas entre palestinos que abrazan la religión árabe y libaneses cristianos. El “skin head” Derek Vinyard aprende en la cárcel que todas sus ideas y prejuicios son falsas, cuando se hace amigo de un supuesto enemigo, Toni comprueba que su adversario Yasser no es mala persona y que se parece mucho a él, respetando desde entonces sus ideales. Ambos han sufrido humillaciones y un pasado que pretenden olvidar haciendo germinar un odio visceral hacía todos aquellos que se meten con ellos. En Crash, todos los personajes son muy humanos y aunque pecan de comportamientos racistas y xenófobos estos están motivados por el mismo odio inculcado desde pequeños hacía el que les atacó. No se puede generalizar y culpar a unos de las acciones de otros, no se puede caer en la manipulación ni perder el sentido de la realidad que nos da lecciones cada día de nuestra vida.
En ningún instante del metraje de El insulto perdemos el hilo de la historia, aunque las referencias históricas y políticas abunden en cada diálogo. Todo está bastante bien explicado y se da masticadito para que no nos hagamos un lío en la cabeza y no confundamos nada y reaccionamos de la misma manera con los distintos giros que la trama ofrece, uno divertido y sorpresivo que jamás imaginaríamos. A quien le gusten las películas de juicios está de suerte porque no hay uno sino dos y unos abogados que no tienen pelos en la lengua a la hora de defender sus intereses y a su cliente. No es perfecta pero sobresale de la media porque no se entretiene en largas declaraciones y confesiones o veredictos después de muchas semanas como ocurre la mayoría de las veces, tampoco nos encontramos con un jurado popular que juzgue la causa como otras del mismo subgénero. Todo es muy rápido y cada escena presentada es importante ¡no creo que haya escenas eliminadas en el blu-ray con contenido extra prescindible!
Las mujeres en El insulto tienen mucho que decir y no solo siguen como corderitos a los hombres en este mundo dominado por la hormona masculina. La esposa de Toni tiene voz y voto al menos en su casa y no entiende de sentimientos negativos ahora que va a ser madre y quiere que su hija nazca en un mundo pacífico y generoso. Junto a la mujer de Yasser o a la abogada de pleitos pobres ponen cordura a un discurso amoroso y de hermanamiento global, unas modernas feministas que no agreden sino que defienden unos derechos universales fundamentales. Esa es su particular lucha, un combate que se decidirá también en privado, como el perdón que todos anhelan y una disculpa que debió gritarse antes.
Ziad Doueiri se la jugaba con un tema tan polémico y tan crítico y aunque sabía que recibiría palos por algún bando radical siguió confiando en el ser humano y una bondad innata que siempre acaba por aparecer aún en las peores condiciones, el coche te deja tirado y tu enemigo te ayuda a salir del aprieto aunque esté enfadado contigo. Este es el mensaje positivo que debemos recordar. Hay más gente buena que mala en el mundo y muchas veces lo demuestra con actos nada egoístas, una solidaridad que debe hacernos pensar en lo que realmente importa de verdad. Aunque no se llevó el Óscar a mejor film extranjero este cuatro de marzo, El insulto se llevó otro premio, hizo reaccionar al público y sacudió algunos cimientos, esa es la medalla que se ha colgado en la pechera.