Hacer segundas partes de comedia es muy complicado. El mojo que desprenden las primeras partes, la novedad, los chistes novedosos y los diálogos frescos que estas tienen, con sus situaciones.
Hacer una segunda parte de Como acabar con tu jefe (no entiendo el cambio absurdo de preposición cuando el número, ya indica que es una secuela) es complicado, porque esto no es Resacón en Las Vegas, por mucho que se empeñe Jason Bateman en ser el guapo.
Lo más curioso de todo esto es que cuando uno acaba de verla, siente que ha visto algo aceptable, de estas de desconectar y a otra cosa. Incluso se puede enaltecer la valentía de los guionistas por sacar a la luz la otra parte del emprendedor: la del que no tiene ni idea de lo que hace y se cree que todo es un juego y estrujar al máximo una buena idea que al final, no lo es tanto; o la manera que tiene Chris Pine de desenvolverse en la comedia con esa cara tan rara que la genética le ha dado; o incluso, poner de manifiesto que Jennifer Aniston está mejor con cuarenta que con treinta o que Christopher Waltz es mejor cómico que alemán. Pero al recordar lo que he visto para poner de manifiesto lo que realmente me ha parecido Como acabar sin tu jefe 2, no se me ocurre una mejor palabra para definirla que cine basura.
No lo entiendan mal, cine basura en el sentido de rápido consumo y de acabar olvidado en una taza de váter de una gasolinera de la A-49. Su espontaneidad en cuánto a los diálogos, convirtiendo a sus protagonistas en Los tres chiflados más que en los de resacón en Las Vegas, la hacen imposible de ver en otro idioma que no sea el originario y pierden tanto tiempo en demostrar que son buenos improvisando, que uno pierde la consciencia de hacia dónde va la peli y se lamenta de que todo hubiera comenzado tan bien, para acabar en semejante despropósito.
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