Pixar se hace mayor y uno lo nota al darse cuenta que hace treinta años que se fundó uno de los estudios de animación más importantes del mundo. Desde entonces una gran variedad de cortos y largometrajes han ido configurando los iconos de varias generaciones de niños cuyos cuentos infantiles, héroes y modelos a seguir nacían de esta fábrica de sueños. Después de trece años desde el estreno de su quinto largometraje, Nemo, Dory y Martin vuelven a la gran pantalla. Buscando a Dory, secuela de Buscando a Nemo, se ha convertido en el mejor estreno de una película de animación, ingresando más de 120 millones de euros en su primer fin de semana en cartel. Y es que la estrategia de marketing de Pixar estos últimos años es muy clara, al mismo tiempo que arriesga jugando con nuevas historias y nuevos personajes, continua rescatando antiguas películas para tocar la fibra sensible de aquellos niños que han crecido con Toy Story, Cars, Monstruos S.A o Buscando a Nemo entre otras. Tres de las cuatro películas programadas por Pixar en un futuro son secuelas de antiguas obras. Nos hemos acostumbrado a unos personajes a los que les hemos cogido cariño y Pixar no duda en repetir fórmulas exitosas.
Precisamente el punto negativo de Buscando a Dory reside en la copia de una misma fórmula que aporta pequeños cambios. Siendo innecesaria una presentación previa de personajes la película se adentra rápidamente en el conflicto principal. Dory recuerda por primera vez a su familia y con la ayuda de Martin y Nemo recorrerá de nuevo el océano para encontrarla. Si las aventuras de los carismáticos pececitos de la primera película sucedían en la inmensidad de un mar repleto de peligros ocultos, Buscando a Dory se desarrolla en un instituto oceánico (más parecido a un acuario) donde llegan animales marinos heridos o enfermos para ser curados. Dory recuerda que sus padres viven en esa institución y hará todo lo posible para reencontrarse con ellos.
Es curioso que pese a tener muchos obstáculos por el camino, los protagonistas del film no tienen ningún antagonista claro con el que afrontarse. Buscando a Dory se sustenta pues en una gran variedad de personajes que les ayudan constantemente a conseguir sus metas. Esto hace que la película sea frágil y nade en un marco de causa-efectos muy previsibles. No existe una tensión consistente, simplemente un goce de la aventura. Buscando a Dory sigue prácticamente la misma estructura que su predecesora, personajes que se separan, se quedan solos, encuentran amigos/enemigos y finalmente se reúnen como una gran familia.
La película aporta muy pocas cosas nuevas, los personajes siguen encasquetados en unos mismos problemas psicológicos, Martin es conservador, Dory demasiado despistada e imprevisible y Nemo (quizás el menos trabajado) sigue siendo un pequeño pececillo inocente. Sin embargo Buscando a Dory consigue sustentarse gracias a unos secundarios muy carismáticos y divertidos como el pulpo Hank y el tiburón ballena Destiny. La película hacer reír, disfrutar y pasar un tiempo agradable; pero se hecha mucho en falta esas lecciones morales y metáforas que son auténticas lecciones de vida a las que nos tiene acostumbrado Pixar. Finalmente cabe apuntar que Piper, el corto que acompaña la película, es una auténtica obra maestra tanto visual como narrativamente.