Normalmente asociamos el concepto de universo de ficción a aquellas grandes producciones con una gran cantidad de personajes, vastas regiones llenas de misterios, seres exóticos, batallas épicas y unos innumerables conflictos de gran complejidad. Sin embargo, películas como Relaxer nos demuestran que los universos ficcionales también pueden caber en el sofá de tu casa. Algo que no necesariamente ha de restar la epicidad y la ambición al relato, sino al contrario, lo hace incluso más atrayente, ingenioso, único y abierto a la imaginación.
Año 1999, quedan apenas unos meses para la llegada del 2000 y Abbie se pasa los días sentado delante del televisor jugando a videojuegos y sometiéndose a ridículos retos impuestos por su hermano para demostrar que no es un inútil. Sin embargo el tiro le sale normalmente por la culata y acaba rindiéndose o perdiendo el reto. Tras quedarse a las puertas de su último reto, el cual consistía en beber cantidades ingentes de leche agría y que acaba teniendo un desenlace previsiblemente asqueroso, Abbie decide someterse al reto definitivo: superar el nivel 256 del Pac-Man. Con ello por un lado pretende demostrar a su insufrible hermano y a sí mismo que va a dejar de rendirse y, por otro lado, ganar una suma de dinero considerable que ofrece un magnate de los videojuegos en el caso de que alguien supere dicho nivel. La fecha límite para conseguirlo, la nochevieja del nuevo milenio.
La premisa desarrollada en los primeros minutos de metraje es muy suculenta y crea unas grandes expectativas en el espectador. Expectativas que cumple y supera la película sin necesidad de moverse del ruinoso apartamento en el que vive Abbie. Este tiene prohibido levantarse del sofá y ha de ingeniárselas de mil formas para poder sobrevivir. Es en este dilema en el que la película se supera y crea situaciones del todo surrealistas e imaginativas que en la mayor parte de los casos producen una doble y paradójica sensación en el espectador: asco y diversión.
Relaxer cree tan sumamente en el poder de su imaginativo discurso que se permite romper las barreras de la coherencia y acercarse a un extraño realismo mágico. Sin embargo, su ambición desmedida acaba desbocando en un final de una magnitud hasta cierto punto desproporcionada. Final que sin embargo no empaña la hazaña épica que esta modesta película consigue desarrollar con una loable soltura.