Con algunas películas sucede siempre lo mismo: meses antes de su estreno un rumor se extiende por la red y acaba envenenado la mente y las expectativas de los potenciales espectadores ya que esperan con demasiadas ganas ver esa película de la que todos los críticos han dicho tantas maravillas o la que ciertas páginas de Internet que se dedican a recoger la valoración media de los «usuarios expertos» ya destacan como una de las películas del año. Y uno entra en la sala del cine a ver 12 años de esclavitud con miedo a salir decepcionado… pero por suerte en este caso todo lo que se dice de ella es verdad.
12 años de esclavitud es la historia real de Solomon Northup, un violinista negro que vive con su familia en Nueva York a finales del siglo XIX y que se verá convertido en esclavo, vendido y llevado a una plantación de Louisiana contra su voluntad. Su historia es una historia única ya que no hubo demasiados casos de secuestro de hombres libres convertidos en esclavos en la época, pero sobre todo es única porque nos recuerda el horror de la esclavitud y cómo hace apenas siglo y medio los hombres solo por el color de la piel eran tratados o como hombres o como bestias.
Chiwetel Ejiofor es el actor de origen nigeriano que da vida a la historia de Solomon y es su brillante interpretación la que construye la película bajo la dirección de un Steve McQueen y una Louisiana tan convincente como los hechos que se nos cuentan. 12 años son muchos y muchas serán también las penas que Solomon sufrirá habiendo sido despojado de su nombre y de su libertad y convertido en el negro Platt. Bajo este nuevo rol de esclavo inculto y cuya única habilidad es tocar el violín tendrá que sobreponerse a esta nueva vida con el objetivo de intentar encontrar la forma de volver a casa con su mujer y sus hijos.
Hemos visto con anterioridad películas que trataban la trata de esclavos en la gran pantalla como Espartaco, Ben-Hur, Amistad o Gladiator. Y el año pasado pudimos ver la genial Django desencadenado de Tarantino que, vista con perspectiva, casi se nos antoja una parodia del filme de McQueen. Y aunque hayamos ya visto películas de esta temática será con la historia del pobre Platt con la que sufriremos, serán los latigazos de la película de McQueen los que nos dolerán, y será la muestra del horror de esa sociedad casi contemporánea a nosotros con la que nos apesadumbraremos.
Steve McQueen es ya, con tan solo tres películas, toda una apuesta segura. Si con Hunger (2008) nos fascinó la huelga de hambre del IRA; con Shame (2011) logró, gracias a un brillante Fassbender llevarnos de la mano hasta los infiernos de la adicción y de la miseria humana; y con 12 años de esclavitud sigue tocándonos la fibra y mostrándonos el horror de nuestro presente más reciente.
El dolor y el realismo de 12 años de esclavitud no debería ser un impedimento para que alguien dejara de ir al cine el día de su estreno, como tampoco las dos horas y 20 de duración y por supuesto tampoco el hype que las reseñas de la crítica o las más que probables estatuillas en los premios venideros le ofrecerán. 12 años de esclavitud es uno de los estrenos del año y la consagración de un Steve McQueen que esperamos que no deje de rodar películas nunca. 12 años de esclavitud es un clásico instantáneo. 12 años de esclavitud es ya la película de este frío diciembre.
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Una cosa: no es finales del siglo XIX, es mediados (1841 dice la Wiki). La esclavitud se abolió por completo en el 65 (dice la Wiki), así que es un poco relevante.