Cuatro años después de su inicial The trip, el trío formado por los actores Steve Coogan y Rob Brydon (no confundir con Lord Byron) y el director Michael Winterbottom vuelven en Viaje a Italia con un recorrido a la gastronomía italiana (aunque la película en realidad es de 2014, es decir, ha tardado dos años en ver la luz en nuestro país).
Como ocurría en la anterior entrega la gastronomía acaba siendo lo de menos y lo que importan son las reflexiones personales de los dos amigos, sus imitaciones a célebres actores británicos (se incorporan Tom Hardy, Roger Moore y Christian Bale a los ya conocidos Pacino, Caine y De Niro), divagaciones sobre literatura (Byron y Shelley como principales referentes vitales) y, sobre todo, sobre la condición del cómico ante su público, como persona y como personaje. Además, continúan los conflictos donde se cuestiona la propia masculinidad y la inevitable crisis propiciada por la cincuentena a la que ambos actores se enfrentan. Por supuesto, con ese título no podían faltar las referencias cinéticas que van desde la inevitable película de Rossellini a una descacharrante imitación de Marlon Brando por parte de Coogan (¿hemos dicho ya que se pasan media película imitando a otros actores?).
Winterbottom coloca la cámara con el simple afán de captar estos momentos entre la intimidad y la verborrea haciéndonos partícipes tanto de instantes patéticos (el affaire italiano de Brydon) como de otros llenos de ternura (Coogan con su hijo adolescente). En Viaje a Italia todo tiene una sensación de naturalismo nada impostado, como si observásemos por una mirilla a dos amigos que no tienen miedo a ser políticamente incorrectos, dejando de lado cualquier atisbo de contención.
Y aunque Viaje a Italia no alcance las cotas del anterior The trip, quizás porque no ha pasado demasiado tiempo, quizás porque ya no nos impacta tanto el formato, siempre es un placer recrearnos en el duo formado por Coogan y Brydon. Esperamos más viajes.