Son de agradecer las comedias ligeras y agradables que acostumbran a llenar los cines durante los meses de verano. Nacen sin la pretensión de ser obras maestras y su único objetivo es entretener a un espectador que se deja llevar por una narración tenue y mínimamente divertida. Unos días para recordar es una película muy bien concebida y orquestada para satisfacer a este tipo de público. Su mecanismo, simple pero efectivo, en algunos momentos puede presumir de gran inteligencia.
Unos días para recordar narra la historia de un francés maduro de sesenta años que tras caerse misteriosamente al Sena acaba en un hospital recuperándose de las lesiones mientras intenta recordar el accidente. Su paso por el hospital le servirá para replantear su vida y cómo tratar a las personas que le rodean. Algún que otro doctor excéntrico y una paciente adolescente enganchada a las redes sociales serán el dolor de cabeza continuo por el que tendrá que pasar el accidentado. De estos encuentros nacen los momentos cómicos de la película, fruto del carácter conservador y cascarrabias del protagonista. El contenido dramático vendrá de la relación que intentará establecer con el hombre que le rescató del Sena y también de sus intentos por recuperar a la mujer que ama.
Los momentos dramáticos son quizás los más previsibles y los menos interesantes que la narración nos ofrece. Pero las escenas modestamente divertidas y el misterio sin resolver del accidente consiguen mantener al espectador en todo momento entretenido.
Unos días para recordar es una comedia simpática poco trascendente pero efectiva que a través de su humilde puesta en escena y la más que notable actuación de Gérard Lanvin como protagonista consiguen hacer que la obra sea fácil de ver y te deje un buen sabor de boca. El espectador más exigente no encontrará una película que le satisfaga ya que desde el principio son visibles las modestas pretensiones de la película: divertir al espectador que busca desconectar de una semana estresante divirtiéndose con una película fácil. Evidentemente es importante reivindicar que las comedias de gran calidad vuelvan a aparecer en la cartelera, pero estas son incluso hoy en día igual de necesarias que las comedias fáciles que busca un espectador que en ocasiones entiende el cine como una forma de evadirse, dejar de pensar y reírse.
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