Últimamente están visitando nuestra cartelera un número cada vez mayor de filmes que pretenden mostrar la realidad actual en algunos de los países más importantes del mundo. Una segunda madre es una comedia social y política con tintes dramáticos que explora la situación por la que pasan las clases más humildes en el Brasil de hoy en día. Val es una trabajadora doméstica que dejó a su hija hace años para servir en una casa en Sao Paulo. Abandonó su hogar como muchas otras mujeres, para tratar de proporcionarle un futuro mejor a Jessica, quien diez años después se reencuentra con su madre cuando va a presentarse a las pruebas de acceso a la carrera de arquitectura, en la Universidad de la conocida ciudad brasileira. Ambas buscarán una reconciliación pero no dejan de ser dos desconocidas que tienen diferentes maneras de ver la vida, dos generaciones distintas, la modernidad contra el peso de la tradición.
Val representa a una mujer esclava de sus anquilosadas ideas que sirve a la clase pudiente con dedicación y total respeto mientras que Jessica es una joven despierta y liberal que no entiende de convencionalismos y que pondrá patas arriba la casa en la cual trabaja su madre. Con sus arriesgadas ideas pone en peligro las costumbres no firmadas del lugar entre las que se encuentran por ejemplo la vigilancia y guarda que Val hace siempre del helado que come Fabinho, el hijo del matrimonio burgués.
Anna Muylaert, directora de la película, muestra una verdad a la vista de todos y realiza una crítica a dicha verdad usando para ello a Jessica como portavoz de la protesta. Ella se rebela ante los abusos de poder como por ejemplo el acercamiento con fines amorosos por parte del señor de la casa. Quizás lo más destacable de Una segunda madre sea la humanidad que subyace en todo el metraje focalizado en el amor entre Val y Fabinho, ella lo ha criado como si fuera su hijo y él mismo le trata como su madre no biológica alejándole de sus verdaderos progenitores tanto en pensamientos como en los actos. Ve a todas las personas iguales aunque sean de una clase social diferente y eso se potencia con la llegada de Jessica.
El cine de esta directora siempre cuida con mimo la música y se convierte en un elemento importante acompañando a las escenas y dotándoles de un sentido único. En esta ocasión quizás no es tan fundamental su presencia limitándose a presentarnos melodías clásicas brasileñas y algunas referencias visuales a la música rock como por ejemplo la camiseta del grupo los Ramones que Val tiende para que se seque.
Si digo que Una segunda madre me ha gustado estoy diciendo la verdad porque la manera de llevar la historia es original y fresca y porque además el tema me interesa y mucho. La vida de las internas domesticas siempre me ha llamado la atención. Conocía algunas cosas y otras las he descubierto ahora. Impresionado me he quedado con el grado de voyeurismo de algunas de ellas espiando a los señores en numerosas escenas cotidianas, la escena con los setos y la escalera demuestra todo esto.
Claramente nos están indicando con esta película que no por mirar hacia otro lado desparece un problema. Anna Muylaert consigue que no apartemos la mirada en ningún momento y que nos demos de bruces con lo que pasa a nuestro alrededor. ¡Los ciegos son otros, nosotros no!
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