Es muy agradable cuando, sin esperarlo, una película te sorprende y conmueve, sobre todo si a priori no tenías grandes expectativas de lo que podías encontrarte. Este drama social sobre unos niños marginales que son expulsados de la escuela y que prefieren ganar dinero vendiendo y robando chatarra puede oler a Ken Loach y espantar a más de uno que no conecte con este tipo de cine. Pero lo que comienza como un convencional drama británico sobre el desesperanzador futuro de unos problemáticos jovenes, se convierte sutilmente en cuento de amistad, soledad y desgracia.
El guión es preciso, todo está en su sitio y encaja a la perfección. Las actuaciones son muy creíbles y armoniosas. La realización es elegante. La música no molesta. Se le pueden poner pocos peros a esta pequeña historia de errores, arrepentimiento y perdón, que aunque no cuenta nada nuevo lo hace con sinceridad, gran emoción (muy difícil contener la lagrimita) y con un compás suave y poético que seduce.
El largometraje toma su título y está inspirada (aunque sea tangencialmente) por el cuento de Oscar Wilde El gigante egoísta.
PROYECCIONES
14-nov P. Armas 2-3-4-5 / 20:00
15-nov P. Armas 4-5 / 22:15