No creo que Marion Cotillard se lo pensara mucho interpretar un papel como el de El sueño de Gabrielle. Fascinante mujer que cree en amores imposibles e historias apasionantes al alcance de muy pocos, sublimes recortables y agitados paréntesis en sus anodinas vidas. Nicole Garcia adapta la novela italiana Mal di pietre, de Milena Agus, un drama francés, a la inglesa, localizado en la Provenza y en los Alpes en la década de los 50. Se nota que la directora fue también actriz porque en El sueño de Gabrielle todo gravita alrededor de la citada estrella francesa.
La heroína de El sueño de Gabrielle ha crecido soñando con príncipes azules que rescatan a damas en apuros y que se las llevan muy lejos de allí, un castillo en donde se siente encerrada y no puede desatar toda su pasión contenida, todo un torbellino de sentimientos enterrados que se mueren por salir y que se manifiestan en un erotismo exacerbado y una violencia contra el engaño y la decepción. El deseo de la carne y de lo prohibido, como por ejemplo un profesor de escuela, es muy fuerte y late con fuerza en este cuerpo que no le tiene miedo a lo nuevo o a lo peligroso, una relación fuera del matrimonio con un extraño en un balneario.
Esta Antoñita, la fantástica, solo encuentra una vía de escape y esa es la de una rana a la que debe besar con testigos en una ceremonia que es una farsa. Ni ella ama y desea a José ni lo espera en un futuro. Sabe que la desdicha va a ser una constante en su vida, una penosa condena que solo soportará y aceptará con tal de escapar de la vigilancia de sus padres que ven en ella la oveja negra de la familia, una mujer enferma física y mentalmente a la que no entienden, nada que ver con su hermana, una mujer realista que no sueña despierta y que no trae problemas a casa.
La compulsiva lectura de viejos clásicos, como Cumbres borrascosas, de Emily Brontë han vuelto loca a Gabrielle y le han hecho imaginarse cosas que realmente no han sucedido. La tragedia no se hace esperar, con cartas que no reciben respuesta y precipitan un intento de suicidio en el mar o la comunicación de una muerte no anunciada en el día más importante de su hijo. Nicole Garcia precipita un giro argumental que abre los ojos a mas de uno. En verdad el amor romántico es muy bonito e ideal para la literatura pero aunque llena el espíritu no da de comer en el mundo real ni te ayuda a pagar las facturas. Gabrielle lo descubre a tiempo y reacciona acercándose a su marido e hijo justo en el momento en que peor se ponían las cosas. Ejerce de madre responsable que debe aprender a amar a lo que ve y no a lo que se imagina. Será una esposa fiel que desea conocer más a su marido y que por fin se ha abierto a los demás alejándose de absurdas y fantásticas aventuras con ex militares de la Guerra de Indochina. El gran agujero negro que distanciaba a la pareja ahora puede cruzarse a través de un fino puente, hay salvación y futuro para una familia que se estaba desmoronando. Ni siquiera la diferencia de educación y estudios es ya un impedimento y pueden ser ya felices esta caprichosa niña bien y este jornalero español que siempre estuvo enamorado de ella en secreto y en realidad.
El sueño de Gabriel es una versión moderna, con matices, de La fierecilla domada de William Shakespeare, al principio con una mujer salvajemente pasional e incontrolable que pone en ridículo y avergüenza a la familia con sus numerosas salidas de tono y escenitas alocadas que se casa en contra de su voluntad y por conveniencia con un hombre al que no ama y al que no puede darle un hijo por su enfermedad renal. Los intentos por conquistarla son nulos y solo la verdad al final permite que la infelicidad y la supuesta infidelidad desaparezcan. Sus primeros cálculos no fueron ni correctos ni reales, los otros sí, pero con medicación, cariño y simpatía, de una enfermera todo se puede curar.
Es grandiosa la interpretación de su protagonista que pasa de un estado a otro con el chasquear de un dedo. Pasa de ser una esposa devota que cree en Dios más que en otra cosa a una prostituta a la que no pagan por sus servicios que son satisfacer a su desdeñado marido. Por momentos se mantiene tranquila y sosegada en el comedor del sanatorio-balneario de los Alpes y de repente echa a correr desgarrada por el dolor al ver alejarse a su amante camino de un hospital que puede ser su tumba.
Contrastes que hacen más rico a su personaje y que salvan un guion que a veces sufre de fantástica incoherencia con largos silencios no solo en los diálogos sino también en un argumento repleto de flashbacks adornados con piezas al piano. Un poco demasiado me parecen ocho nominaciones a los Premios Cesar del 2017. El sueño de Gabrielle es ella y lo demás.