Si alguien realiza una búsqueda rápida por redes de la película Aterrados probablemente se encuentre con imágenes tan terroríficas como las de su poster. Lo que probablemente no se esperen cuando la vean es que se van a reír tanto o más como el miedo que van a pasar. Y es que la cinta argentina dirigida por Demián Rugna tiene una de las mejores hibridaciones entre terror y humor que se puedan ver en una película.
La premisa principal de Aterrados no dista de muchas otras películas clásicas del género de terror. En un vecindario aparentemente tranquilo empiezan a suceder sucesos paranormales en varias casas. Cuando empiezan a cobrarse varias víctimas mortales, un grupo de investigación formado por dos expertos en fenómenos paranormales, un comisario retirado y el encargado policial de la investigación acuden una noche a averiguar lo que sucede. Aterrados hace un brillante manejo del punto de vista para explicarnos casi por episodios los distintos sucesos extraños que se van produciendo. De hecho hasta los fenómenos terroríficos que van apareciendo tienen su explicación y origen en el punto de vista. Basta con mirar desde otra perspectiva para encontrarse cara a cara con el horror.
Precisamente lo mejor de Aterrados es su tratamiento narrativo del género, abordado no solo desde la perspectiva horrorífica sino desde una visión humorística. Los personajes son muy excéntricos, no tienen pelos en la lengua y se dejan llevar por sus impulsos. Esto mezclado con un guion muy ingenioso da como resultado una de las experiencias fílmicas más extrañas que se pueden vivir como espectador. Pasar de la carcajada limpia a la risa nerviosa hasta llegar al miedo y el pánico. Y también a la inversa. Una mezcla de emociones constante que convierten lo que podría haber sido simple película clásica de género en toda una experiencia cinematográfica.
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