Yeon Sang-ho regresa a Sitges con dos películas en sección oficial. Hazaña que solo logró Takashi Miike la pasada edición. En poco tiempo Sang-ho se ha convertido en un referente del cine de animación para adultos en Corea del sur e internacionalmente. Sin embargo, Train to Busan, una de las películas más esperadas del festival, supone la primera incursión de Sang-ho en el cine de acción real. Lejos de mantenerse cauteloso en un nuevo terreno vírgen para él, Sang-ho apuesta por realizar una de las películas de zombies más ambiciosas de los últimos años.
Train to Busan, narra las hazañas de un padre y su hija que se ven lidiando con un apocalipsis zombie dentro de un tren. Sang-ho acierta al aumentar la angustia que generan las hordas de zombies con el aliciente de que estas se reproducen en un espacio angosto y del que no se puede salir. El resultado es una película física, de tensión constante, donde no solo hay cabida para matar zombies sino para desarrollar los conflictos internos entre los personajes.Train to Busan es una continua sucesión de momentos de peligro y giros de guión que mantienen al espectador en tensión en todo momento.
Sang-ho aprovecha su inmersión en el universo zombie para desarrollarlo también en el cine de animación donde supuestamente se siente más cómodo. Seoul Station es la secuela o spin-off de Train to Busan, donde desarrolla el conflicto zombie durante toda una noche en la ciudad de Seúl. En esta ocasión Sang-ho se mantiene mucho más tradicional a los códigos del género y no despunta con escenas memorables a diferencia de Train to Busan. Decide desarrollar paralelamente al desarrollo del virus una critica a los sectores más marginales de la ciudad y a las decisiones gubernamentales que tomaría el país ante una situación extrema de este calibre. En esta ocasión utiliza los zombies no como temática principal para desarrollar el conflicto sino como instrumento de crítica y reflexión.
El díptico de Yeon Sang-ho nos muestra dos formas de utilizar los zombies y, ya sea como entretenimiento o como herramienta de reflexión, abre un poco de esperanza dentro de un subgénero de terror donde cada vez se repiten más unos determinados esquemas dejando de lado la creatividad y originalidad.
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