Hacía tiempo que Kim Jee-woon, uno de los directores más relevantes del cine contemporáneo surcoreano, no regresaba a la gran pantalla. Dos películas le han valido para ganarse una fama internacional y que tanto crítica como público le respeten. Encontré al diablo, una de las películas más sangrientas y agonizantes de los últimos años, y El bueno el malo y el raro, un western extremadamente bizarro que significó su primer éxito internacional. En su última película, The age of shadows, el director sufre una evolución y una maduración cinematográfica muy necesarias para llevar a cabo probablemente el proyecto más ambicioso de su carrera.
The age of shadows se adentra en uno de los temas más sensibles históricamente en Corea del Sur, el periodo de la ocupación japonesa. La película es un drama histórico que muestra meticulosamente el funcionamiento y organización de la resistencia tomando el espionaje como principal punto de partida. El resultado es un tremendo blockbuster que transporta al espectador no solamente a la época retratada sino a los conflictos y emociones internas de los personajes. El público queda embriagado por la belleza estética y formal de la película. Cada uno de los planos está elegido con rigor y encajado a la perfección con el siguiente.
Además la brillante dirección de arte y dirección de fotografía hace que el espectador se deleite visualmente con la película. Pero su potencial artístico se desata sobre todo en las escenas de acción, grabadas y coreografiadas con una extrema precisión y belleza. De vez en cuando nos encontramos con un embrollo farragoso a nivel narrativo, a causa de los múltiples personajes y las múltiples intenciones de estos. Pero el resultado final es una película histórica entretenida y cinematográficamente bien conseguida.