A lo largo de los años Takeshi Kitano ha ido demostrando que es uno de los mejores directores de la contemporaneidad y un referente en el panorama actual del cine nipón. Máximo heredero de la nueva ola japonesa, Kitano ha sabido hacer de la violencia un discurso crítico y poético a través de sus obras. Pero muy pocas veces tenemos en cuenta que los orígenes del cineasta se encuentran en uno de los mejores programas de entretenimiento de la televisión: humor amarillo. Pese tener subyacente el tema de la violencia, este programa le servía para introducir su propio dispositivo humorístico. Dispositivo que se diluyó con su salto a la gran pantalla donde le interesaba tratar otros temas. Pero el humor siempre ha estado presente en la filmografía del director y ha elegido el mejor momento posible para rendirle homenaje.
Ryuzo and the seven henchmen narra la historia de ocho yakuzas ancianos retirados que se reencuentran y se unen formando un nuevo clan. Pronto deben lidiar con la principal banda criminal de Tokio, que les ataca, burla y menosprecia. Los yakuza, pese a su edad, se creen con todas las facultades que tenían de jóvenes y no sufren ningún tipo de reparo a la hora de enfrentarse a sus enemigos. De este concepto nacen las escenas más delirantes y divertidas de la película. Kitano ridiculiza a los ancianos pero nunca los pone en evidencia, los respeta y les otorga un valor y carisma enorme. Ryuzo and the seven henchmen no deja de tener elementos estrechamente vinculados con el director, ya que como los ancianos protagonistas, también continua realizando su trabajo y volviendo a sus orígenes. Precisamente el personaje que representa el propio Kitano aparece en momentos puntuales, cuando la comedia se desmadra y es necesario que intervenga su lado moderador y racional.
Ryuzo and the seven henchmen es una oda a la vejez, a la necesidad de no sentirse inútil y al entusiasmo de aquellas personas que continúan realizando lo que más les gusta.
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