El salto al cine de Rubén Cortada, llega gracias a Néstor F. Dennis con El signo de Caronte; ambos en su primera película, que pretende adentrarnos en un thriller psicológico con tintes paranormales y dejarnos con una sensación de consternación al dejar la sala. También acompañan al actor cubano, otras caras televisivas conocidas, como Melani Olivares y Fernando Guillén Cuervo, que con sus cinco minutos en pantalla, logra transmitir más que ningún otro actor.
A lo largo de todo el metraje de El signo de Caronte asistimos a una película ideal de domingo por la tarde, esas que las grandes cadenas compran en bloque para hacer tiempo hasta que empiece el prime time, rellenando así, horas y horas de programación.
Sin ser excesivamente larga, se hace pesada por la multitud de planos apurados hasta el extremo que no dicen absolutamente nada – amortizando el alquiler, hasta niveles que se nos escapan, de la grúa y del travelling usados durante el rodaje– y lejos de embellecer, entorpecen una trama que ya tiene problemas para avanzar hacia algún lado por sí sola. Así llegamos al final, con un deus ex machina de manual, sacado de la manga para sorprender a propios y extraños.
Poco más se puede añadir, seguramente encuentre algún hueco entre el público amante del telefilm, sector que esperamos que explote algún vez en este país, pues si bien no todas las películas que se ruedan obtienen el premio del estreno en cines, siempre nos quedará la televisión como campo a explorar.