Se abre el telón. En una habitación de una casa humilde puede verse a un señor doctor amargado, un cuñado cojo, un hermano con un retraso mental evidente y una esposa que lo maltrata. Esta estampa tan peculiar es una de las escenas más divertidas de la última película del director Edoardo Maria Falcone, famoso por sus comedias entre las que destaca ¿Te acuerdas de mí? que ya se estrenó en España. Yo no sé lo que tienen este tipo de films que enganchan y mucho. Las armas de esta Si Dios quiere son un humor muy de andar por casa, una historia muy de nuestros días y unos actores y actrices que cumplen a la perfección con lo que se les exige, sacar más de una carcajada al personal.
La iglesia católica está en plena fase de renovación. Se ha vuelto más tolerante y moderna y sus representantes recitan sus nuevos discursos llegando con más claridad a juventudes llenas de inquietudes que navegan en un mar de dudas.
Alessandro Gassman, el ex novio celoso y violento de la comedia Ex, ahora es un cura que ha hecho de su palabra, ley y de sus sermones el pan nuestro de cada día. Sus fieles ya no se encuentran en la iglesia sino en un lugar apartado donde se reúnen para escucharle. Uno de ellos es Andrea, un niño de bien que desea abandonar su carrera médica para abrazar la fe cristiana y convertirse en cura. La noticia cae como un tiro entre todos los integrantes de la familia, incluida una sirvienta extranjera. El que peor lo lleva es su padre, Tomasso, un hombre conservador que sigue férreas costumbres y que es ateo por tradición y convicción. El plan que maquina a partir de ese momento liberará a su hijo de las cadenas que aprisionan y de paso pondrá en la picota al padre Pietro al que considera un impostor. Todo cambiará. Ni Pietro es mala persona, ni lo que el pregona a los cuatro vientos es falso. Unos cuantos días a su lado harán que Tomasso vea que quien llevaba una vida equivocada era él. Sus actitudes frente a los demás y su carácter no iban a traerle más que enemistades además de una separación forzosa con miembros de su familia como su yerno, su hija y su mujer a la que adora pero que ha olvidado demostrarle cualquier clase de cariño. Ese era el trabajo de su nuevo amigo. Su misión era encauzar su vida no la de su hijo.
Si Dios quiere es una película cómica que se ríe de algunos comportamientos poco permisivos de algunas personas con la nueva sociedad que nos ha tocado vivir. Y lo hace a base de gags continuos que entiende todo el mundo, de bromas y frases muy ingeniosas y a veces algo infantiles que sin duda harán que cualquiera pase un rato muy divertido.
No molesta a la religión ni a la medicina. De hecho las ensalza a las dos. Si Dios quiere intenta crear una entente cordiale entre ambas con dos soldados de las mismas que al final se convierten en amigos. La ciencia y la razón pueden convivir con la espiritualidad y la fe. Hay mundo para las dos tal y como demuestra Falcone. Al final no es tan grande la grieta que las separa, de un salto se puede atravesar. La vida con sus sorpresas es más grande y puede llegar a unir a algunas de las cosas que a priori parecen irreconciliables. Tomasso diría que es obra de Dios, Pietro a su manera, muy doctor House, se opondría enérgicamente al comienzo del film, luego bajaría la cabeza.