Hablar de Michel Gondry a estas alturas es como querer descubrir una propiedad más del aloe vera; la variedad, tal vez dada por su inquietud artística, de toda su filmografía pone de manifiesto que estamos ante un realizador total que sabe mezclar realidad y ficción, en su significado más amplio.
Con todo esto, se presenta en el SEFF 2015 con una película que nos devuelve a al páramo que representa la entrada en la edad adulta, componiendo con Microbe et Gasoil una especie de Cuenta conmigo a la francesa, pero siempre con el toque Gondry.
Microbe y Gasoil, son los dos chicos típicos del barrio, cuyas inquietudes se apartan de las comunes de los chicos de su edad, ‘Microbio’ busca escapar de ese entorno sobrecogedor presidido por Audrey Tautou y si por el camino le cae una aventurilla sexual que libere tanta tensión acumulada en el bajo del pantalón, pues mejor; ‘Gasolina’, apodado así por el incipiente olor que desprende, busca escapar de un hogar que lo ahoga y que solo encuentra salida en ser diferente, como si eso fuera una forma de vida, y en construir cosas. Juntos, cansados de su entorno, deciden construir un coche y escapar de su apatía, viajando por la campiña francesa con un coche/casa que ellos mismos han construido.
Es inevitable pensar que tal vez estamos ante la película más autobiográfica de su autor, poniendo de manifiesto que aquellos niños diferentes, del pasado, podrán convertirse en los adultos soñadores del mañana. Microbe et Gasoil recuerda a otras películas, aunque en direcciones opuestas, que tratan estos temas, ya sea Supersalidos o Moonrise Kingdom, aunque consigue algo que sus predecesoras no supieron lograr, ser tiernas e ingenuas de una forma orgánica, buscando más la complicidad del espectador que una carcajada frenética.
Una película a recuperar una y otra vez, para comprender nuestro lugar en el mundo adulto a través de la aventuras de nuestra adolescencia.
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