Sacrilegio, herejía y qué poca vergüenza son algunas de las expresiones que surgieron entre los aficionados cuando hace aproximadamente dos años surgió la noticia de que el RoboCop de Paul Verhoeven iba a ser pasto de remake. Está claro que el primer reto es qué postura adoptar a la hora de visionar este RoboCop 2014: podemos ir con la escopeta cargada y no parar de establecer comparaciones con respecto a qué es mejor en el clásico de 1987 o intentar ver qué hay de nuevo que justifique la revisión de la historia del robot policía.
Una vez visto este nuevo RoboCop queda claro que al menos se ha intentado un nuevo enfoque dentro de la historia huyendo del modelo fotocopia al que se había abonado la reciente Carrie, otra cosa es que funcione. RoboCop profundiza en el aspecto psicológico del personaje de Murphy y en toda la ética que rodea al hecho de convertir a una persona en robot. Así los diferentes personajes, desde la mujer de Murphy al director de OmniCorp, nos dejarán clara cual es su postura sobre el tema, en voz alta y bien claro, no sea que seamos tontos y no lo pillemos. Y volvemos al gran mal del cine actual: esa sobreexplicación continua con un exceso de personajes soltando peroratas para que nos enteremos bien cual es el tema importante de la historia.
Otra curiosidad que había era ver cómo serían las escenas de acción del RoboCop 2014 y aquí nos encontramos con un tema realmente incomprensible: ¿cómo puede un estudio duplicar el presupuesto previsto (de 60 a 120 millones de dólares) y que apenas haya una secuencia de acción reseñable dentro de la película? La verdad es que al menos esperaba que este aspecto fuese destacable teniendo en cuenta la primera película del director José Padilha, la vibrante Tropa de élite. Pero parece que al realizador brasileño le han cortado las alas y encontramos cierto sentido a aquellas palabras suyas que definían la preparación de este RoboCop 2014 como la peor experiencia de su vida.
Con RoboCop 2014 se logra el perfecto producto aséptico y políticamente correcto destinado a multisalas que ningún espectador adolescente recordará pasadas 24 horas. Una pena, ya que hay fogonazos en los personajes de Samuel L. Jackson y Gary Oldman que nos dejan medio atisbar lo que este RoboCop intenta: desmarcarse tanto del RoboCop de 1987 que por el camino se deja los grandes logros de éste: la crítica social, la violencia desatada y el sentido del humor. ¿Podría ser peor este RoboCop? Sí, claro que sí, Verhoeven aun recuerda ese espanto llamado Desafío Total, esta película al menos no es un insulto.
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