Tras su atrevida apuesta por el thriller de acción feminista protagonizado por un grupo de chicas rebeldes en Foxfire: confesiones de una banda de chicas, Laurent Cantet, reconocido director francés, apuesta por un film mucho más íntimo, modesto y efectivo. Este tipo de obras son las que Cantet mejor sabe manejar, como ya demostró en La clase, su film más reconocido. Pocos elementos, pocos personajes, pocos espacios, son suficientes para explicar una buena historia. Partiendo de esta idea se construye la obra. Cinco amigos cubanos se vuelven reunir tras 16 años separados para revivir todos los buenos y malos momentos que pasaron juntos. El vínculo de Cantet con Cuba no es ni mucho menos fortuito, tras participar en el film colectivo 7 días en la Habana se adentró en la cultura y la situación político-social de los cubanos. Precisamente estos dos aspectos son los que mejor se ven reflejados en la película. A través de la conversación entre cinco amigos consigue hacer, quizás de un modo demasiado forzado, el retrato de todo un país.
Cada protagonista de Regreso a Ítaca tiene sus propios problemas, ninguno de ellos es completamente feliz, todos han pasado por malos momentos y los conflictos internos y los reproches dentro del grupo son los elementos que añaden tensión a la trama. La obra es una revisión mental y física de los momentos más importantes vividos por los protagonistas. Son como Odiseo, vuelven al que creen que es su hogar, a Ítaca, pero cada uno vuelve de forma diferente, afectado por todas las malas situaciones que han vivido. El retrato que Cantet hace de Cuba es muy poco esperanzador, ni si quiera nos deja claro que la amistad sea un elemento con el que combatir los problemas, más bien al contrario, es un elemento creador de conflictos. El alcohol, los recuerdos y la música son el único refugio de una sociedad azotada durante muchos años por un gobierno injusto.
Cantet acierta al completo al no salir del terrado en el que los cinco amigos han quedado. No son necesarios los flashbacks ni los cambios de espacio para entender que le ocurre a cada personaje. La palabra es el principal mecanismo de acción y de ella depende toda la obra. El guion, pese a tener sus altibajos, está muy bien hilado en este sentido, ya que en ningún momento de la hora y media del film el espectador se siente poco interesado por la película y sus personajes.
Regreso a Ítaca es un buen film personal, ambicioso en cierto sentido, al ser tan minimalista e íntimo. Quizás Cantet peca al no ir un paso más allá y elaborar una crítica más directa contra el régimen cubano. Pero precisamente en la sutileza de las situaciones y conflictos de los amigos es donde uno aprecia lo corrompido que está el país. Aun así, el hecho de no colocar prácticamente ningún elemento esperanzador en la obra, hace el relato demasiado pesimista y descriptivo, olvidándose del factor movilizador.
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