¿Nunca os habéis preguntado de dónde han salido los grandes actores y estrellas del cine actual? ¿Acaso Tom Cruise debutó en Misión Imposible? ¿Cuáles fueron los inicios de Rob Lowe? Hoy vengo a hablar de los inicios, de que de algún sitio se nace, se crece y se aprende, y de lo importantes que pueden llegar a ser esos comienzos. Rebeldes, de Francis Ford Coppola, fue uno de los inicios para muchas de las más conocidas caras del cine actual, incluso para el mismo director.
Rebeldes, película basada en el libro de Susan. E. Hinton, y dirigida por Coppola, ha sido la cuna de muchas de las estrellas del cine que todos disfrutamos ahora, y a pesar de que no es, ni de lejos, la mejor producción de este prestigioso director, consigue con su argumento y su meditada construcción de personajes, que con tan solo una conversación al amanecer entre dos jóvenes conflictivos sobre los colores del mundo, las nubes y el cielo, te quedes “embobado” mirando la pantalla, deseando escuchar lo que estos tengan que decir.
Me parece muy interesante reseñar por fin esta película porque, evidentemente, es ese cine que nunca verías, pero que con maestría te hace empatizar con cada uno de los protagonistas de este drama que nada en las vidas de unos rebeldes jóvenes.
Sin intención de hacer spoiler, no puedo dejar pasar la oportunidad de mencionar el admirable trabajo de guion que hay detrás de esta película. El mensaje que consigue transmitir con cada diálogo es tan esperanzador y rompedor al mismo tiempo que te hace recapacitar sobre la forma de ver el mundo.
De la naturaleza el primer verde es oro, es difícil retener su color, su primer brote es una flor, pero por tan sólo una hora, luego la flor en una hoja queda, así se abate el Edén de tristeza, así se sume en el día el amanecer, nada dorado puede permanecer, Robert Frost.
Podría ponerme a hablar del conseguido montaje, la fotografía tan lograda para una producción de los 80 o del reparto tan prometedor que contiene esta película, pero, si pienso en Outsiders de una forma emocional y dejando a un lado la técnica, solo me dan ganas de sentarme con alguien en el suelo a contemplar el dorado color del cielo, con la preciosa canción de Stevie Wonder Stay Gold de fondo, que da esa pincelada de color al filme.
Los amaneceres son importantes, los inicios son lo que uno nunca olvida cunado llega al lugar donde quiere estar. Nada dorado puede permanecer.
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