El documental Pero que todos sepan que no he muerto (Bones of Contention, 2017) utiliza la figura de Federico García Lorca, el poeta granadino referente principal de la literatura española del siglo XX a quien fusilaron tras el golpe de Estado que originó la guerra civil española, para estructurar y relatar los testimonios de personas de diversas índoles que narran y comentan las represiones fascistas contra los homosexuales, lesbianas y transexuales que se vivieron durante la guerra civil española y los años de la transición.
Pero yo no soy yo, ni mi casa es ya mi casa
Federico García Lorca
Federico García Lorca representó el movimiento en los años 30 que simbolizó la homosexualidad y las preocupaciones españolas del momento. Su figura es sin duda uno de los ejemplos más claros de la represión fascista que sufrió España y que continuó vertiginosamente sin que la sociedad pidiera perdón a las víctimas y castigara a los acometedores de tales barbaries. Desde el fundador de la recuperación de la memoria histórica, la sobrina de Lorca, escritores, poetas o personas que vivieron en sus propias carnes las atrocidades de una sociedad que perseguía a aquellos que no pensaban como el dictador, el documental Pero que todos sepan que no he muerto recoge estos testimonios y pretende así romper con el silencio que sigue habiendo en España con un tema tan grave que no sólo nunca se le ha plantado cara, sino que irónicamente lo único que ha conseguido es que las víctimas de esas vejaciones sigan financiando el mantenimiento del monumento en donde se encuentra su asesino.
Un muerto en España está más vivo como muerto que en ningún sitio del mundo
Federico García Lorca
La naturalidad de los testimonios que relatan las vejaciones de hombres y mujeres que fueron controlados psicológicamente y violados físicamente muestran la impunidad que habia y sigue habiendo con el franquismo. Como se muestra en Pero que todos sepan que no he muerto, la lucha del pueblo es la que ha conseguido el progreso en España. Sin embargo, las violaciones de los derechos humanos siguen sin condenarse, aquellos que las ocasionaron siguen sin ser juzgados y en nuestro país sigue sin hablarse de esa parte de la historia que no parece avergonzarnos lo suficiente y que hace que Pero que todos sepan que no he muerto sea un documental realmente necesario en el siglo XXI.
Callar y quemarse es el castigo más grande que nos podemos echar encima
Federico García Lorca