Muy lejos (Gerard Oms, 2025)
Muy sólido debut en el largometraje de un director que también ha escrito la historia. La narración conductista se centra en Mario Casas, cuyo personaje opta por quedarse en Utrech cuando su peña futbolística regresa tras el partido. La supervivencia del emigrante, la dificultad del idioma, la explotación laboral, los tropiezos con los amigos, la salida del armario… van configurando lo que en realidad es el retrato de un joven que quiere vivir su vida y superar los prejuicios en 2008. Me pareció un poco lenta porque la historia se queda delgada, muy ceñida al personaje, sin desarrollo de otros tipos o giros dramáticos.
Un funeral de locos (Manuel Gómez Pereira, 2025)
Aunque el “remake” tiene más sentido cuando se trata de comedia —por aquello de que la vis cómica de los actores y sus voces no se traducen fácilmente— en esta pieza Gómez Pereira traslada, escena a escena, la comedia británica «Un funeral de muerte», que tiene casi veinte años. Los actores están bien y la peli entretiene, pero no hay “golpes” buenos y se olvidará a las pocas horas de salir del cine.
La historia de Jim (Arnaud Larrieu y Jean Marie Larrieu, 2024)
Aymeric es buena gente, pero un pringado que ha tenido que pasar por la cárcel. Un buen día le lía una antigua compañera de trabajo, Florence, que está embarazada y acaban juntos: Aymeric se convierte en todo un padre, pero entra en crisis cuando aparece el padre biológico. Este drama con cierto sesgo de fábula habla con acierto de los compromisos emocionales en la vida más allá de las lógicas o los derechos; y de la fragilidad de los niños, siempre inocentes frente a los tejemanejes de los adultos. Es una película pequeña y quizá no profundiza en las cuestiones, pero su visionado resulta convincente.
El segundo acto(Quentin Dupieux, 2024)
En poco más de una hora se queda esta pieza escrita y dirigida por un director que en los últimos tres años ha estrenado cinco películas. Con un humor muy particular con el que el abajofirmante no sintoniza, salvo, parcialmente en Daaaaalí!, aquí hace metaficción con unos actores que interpretan un encuentro para que la chica presente a su padre a un presunto novio que no está por ella y a quien acompaña un amigo que quiere una oportunidad. Se articula en los tres momentos del drama clásico, y el central tiene lugar en un bar de carretera que justamente tiene el nombre del título. En el tercer acto los actores abandonan sus personajes para debatir sobre realidad y ficción, además de mostrar su rostro verdadero. El único chiste —el camarero nervioso por su papel de extra en una película— está estirado y la presunta comedia se queda muy cortita. Prescindible.
Pablo Parrilla
JUANKIBLOG
José Luis Sánchez Noriega