Para la segunda aventura de Ethan Hunt el astuto Cruise acudió a John Woo que venía fresco de su éxito con la magistral Cara a cara. Desde el principio el actor tenía la idea en mente de que cada entrega de la franquicia la dirigiese un director diferente. Que cada realizador hiciese una película a su estilo, huyendo de formulismos que estancasen la gallina de los huevos de oro. Brian De Palma hizo lo propio con la primera entrega con magníficos resultados, pero, desafortunadamente, Woo no tuvo la misma pericia.
El guión lo volvió a firmar el veterano Robert Towne pero en el fondo no dejaba de ser una puesta al día de Encadenados de Alfred Hitchcock. La trama de la mujer que se infiltra por amor en las líneas enemigas y el héroe que es testigo del sacrificio remite totalmente a la película del director británico y es el punto más flojo de la cinta. Woo no llega a manejar bien los hilos de la intriga y el suspense y la primera hora avanza a trompicones sin encontrar el tono adecuado. No tenía el chino el don de la sutileza necesario para llevar a buen puerto esa trama y se perdió por el camino.
No es hasta pasada la primera hora de Mission: Impossible II que Ethan Hunt empuña un par de pistolas y el Woo que esperábamos ver hace acto de presencia con todas sus constantes: las dualidades, los ralentizados, las palomas y el fuego se tornan protagonistas de una espídica cuenta atrás por salvar la vida de la chica. Tom Cruise, pleno de belleza, se alza como el Belerofonte mítico con la misión de eliminar a su némesis, Quimera. Aquí es donde la película adquiere todo su sentido en lo que respecta al personaje de Ethan Hunt: el humano que tiene que convertirse en héroe y sobreponer su condición mediante el sacrificio y siendo responsable de sus propios actos. Y Woo despliega todo su arsenal de piruetas haciendo que la pantalla explote ante nuestros ojos, inundándola de fuego. Una pena que no hubiese sido así desde el principio.
Nuevamente, Cruise en su faceta de productor tuvo diversos encontronazos creativos con el director aunque no llegó al límite de De Palma. John Woo hizo lo que pudo con un material que tal vez le venía grande y al que no supo conducir con soltura. Aun así Mission: Impossible II fue todo un éxito mundial y, aunque no gustó tanto como la primera, no impidió que Cruise siguiese exprimiendo el jugo de la saga.
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