Misión Imposible: Fallout, el mejor «más de lo mismo» de la historia

Agente Hunt: Después de cinco secuelas, la saga Misión imposible está mejor que nunca, pero aún no goza del prestigio de otras películas de acción. Por eso, Christopher McQuarrie repetirá como director y confiaremos en que el público recuerde todo lo que ha ocurrido en la saga hasta ahora para que nuestros giros sean todo lo efectistas que pretendemos. Su misión, si decide aceptarla, es hacer que Misión imposible: Fallout, sexta parte de la saga, sea laureada por crítica y público sin perder su esencia. Este mensaje se autodestruirá en cinco segundos.

Misión Imposible: Fallout

La mayoría de las sagas, después de 22 años de antigüedad, dan muestras de cansancio y empiezan a dejarse llevar por tics y a caer en lugares comunes. Misión imposible: Fallout parece haber realizado algún tipo de hechizo mágico para que cada película mantenga el interés y la tensión de obras anteriores, sin renunciar a la espectacularidad, a los giros, a la personalidad de los personajes y a las set pieces perfectamente coreografiadas.

Al contrario que en otras películas de acción contemporáneas como John Wick (estupenda, por otro lado, cada una en su estilo), Misión Imposible: Fallout cree firmemente que, entre peleas en helicóptero, caídas al vacío desde un avión hasta el centro de París y persecuciones a todo trapo al borde del Sena, hay sitio para sorprender al espectador. Los mejores momentos de la película, de hecho, no vienen de las peleas (que las hay, y muy buenas: ojo a la escena del cuarto de baño, fácilmente lo más entretenido del año cinéfilo), sino de los giros al más puro estilo 24, en ocasiones acompañados de re-giro y de vuelta de campana.

Ya el inicio de la película, con el equipo fallando una misión en la que debían recuperar tres recipientes repletos de uranio, nos da una idea de por dónde va a ir la cosa: Este equipo no es perfecto ni pretende serlo, y esa es parte de la gracia. Las decisiones, los errores, la improvisación, los chistes, las cosas que salen mal… Forman parte de Misión imposible. Y cómo se agradece.

Misión Imposible: Fallout

Esta entrega da respiro al espectador para que coja aire y se prepare para lo que está por venir, y se agradece: no aturulla con cientos de explosiones, derrapes y ángulos de cámara imposibles, sino que estos vienen dados por un argumento que, aún cayendo en tópicos (Oh, no, el gobierno vuelve a creer que Ethan Hunt es un traidor), explora a los personajes y los hace humanos. Te importa lo que les pase, hasta el punto de poder perdonar los momentos más flojos de la trama.

A la mayoría ya les conocemos de antes: Ethan Hunt, interpretado por un Tom Cruise de 55 años congelado en el tiempo, que recupera su carisma poco a poco, a ritmo de una película por año. Aquí funciona como un reloj: su sonrisa de chico perfecto, su socarronería, su cuajo en las escenas de acción. Todo un titán. Luther Stickell, un Ving Rhames que sabe dar personalidad a un personaje que tiene un peso predominante en la trama. Benji Dunn, un Simon Pegg que empezó siendo un alivio cómico y se ha convertido en un imprescindible del equipo. Alec Baldwin, Rebecca Ferguson y Sean Harris repiten los papeles de la anterior película de la saga (por lo que repasarla antes de entrar no está de más).

Al equipo habitual se incorpora Henry Cavill, en el mejor papel de su carrera como héroe de acción y Angela Basset y Vanessa Kirby como mujeres seguras de sí mismas en un mundo que antes era de hombres y ahora es más mixto que nunca. Puede que Misión Imposible: Fallout no sea la película más feminista del año, pero sus personajes femeninos son creíbles, dispares y pueden hacer lo mismo que hace Hunt.

Misión Imposible: Fallout

Sobre la acción, poco se puede decir que no sea laudatorio: cada escena es una montaña rusa en sí misma que sabes dónde empieza pero no dónde acaba o cómo. Lo que empieza en un avión puede acabar en una pelea múltiple en un salón privado, y lo que empieza como una persecución a pie puede acabar con helicópteros explotando. Todo rodado de forma clásica, sin prisas pero, al mismo tiempo, repleto de adrenalina. Todo un acierto.

Particularmente, creo que esta es la tercera mejor película de la saga. ¡Ojo! No es algo negativo en absoluto si tenemos en cuenta el festival de acción de calidad que hemos tenido hasta ahora (con la excepción de esa segunda parte por la que John Woo aún debería pedir perdón). Peca un poco de previsible cuando el momento 24 termina, pero poco importa cuando te dejas llevar por una de las mejores películas del verano de los últimos diez años.

Nos morimos ganas de aceptar la séptima misión cuanto antes. Y por muchos años más. 

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