Manchester frente al mar, la tristeza alegre

Manchester frente al mar es una más en la lista de esas películas pequeñas, bonitas y nada pretenciosas, que se cuelan en los Oscars año a año y que, lamentablemente, pasarán de desapercibidas rápidamente al menos que ganen un premio en alguna de las categorías más potentes.

La nueva aventura de Casey Affleck por los caminos de la desesperación y la tristeza – sin duda alguna, cinturón negro en estas lindes – nos llevará a conocer a Lee Chandler, alguien cuyo pasado dramático tiene que hacer frente a un futuro más oscuro aún pero que luchar por abrirse paso a la luz, gracias al happy ending digno de cada película.

Manchester frente al mar

Afortunadamente, Manchester frente al mar no es la típica película triste de final feliz que nos enseña que todos podemos salir adelante del fango de la vida, sino se presenta como un drama cotidiano, con cierto humor negro fruto de las conversaciones más convencionales que hacen aligerar el nivel del dramatismo y convertirlo en una aventura de la monotonía humana frente al problema que surge a raíz de la muerte de alguien cercano. Por ello, sin duda alguna, su valía es esencial para el desarrollo del espectador como persona, haciendo ver una moraleja realista – alejada del canon de Mr. Wonderful con el que nos pretende hacer vivir- demostrando que en ocasiones las tragedias no se superan, pero que no pasa nada, que la vida sigue y nosotros con ella.

Por ello, si tiene la oportunidad de ir a verla – que al final todas estas críticas lo que buscan es que le sea más fácil decidirse por ver algo con más o menos acierto- no se arrepentira de presenciar ‘la normalidad’ hecha cine y sea paciente con su narrativa y montaje, lo mismo le impide que no entre en la película hasta pasado un buen rato; pero si aguanta, merecerá la pena.

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